En Los Pinos, entre banderas, cámaras y uniformes de tres colores, la presidenta Claudia Sheinbaum presentó el plan nacional rumbo al Mundial 2026. Afuera, la ciudad seguía su ritmo de viernes; adentro, la palabra “fútbol” sonaba como un punto de unión. A su lado, Gabriela Cuevas, coordinadora del Gobierno Federal para el torneo, resumió el propósito con una frase que marcó el tono del acto: “No es solo fútbol, es identidad y cultura”.
México recibirá por tercera vez una Copa del Mundo, y la magnitud del evento vuelve a colocar al país en los ojos del planeta. Trece partidos se jugarán en Guadalajara, Monterrey y Ciudad de México, incluido el inaugural en el Estadio Azteca. Pero más allá de los estadios, el plan presentado apunta a algo mayor: convertir la justa deportiva en una muestra de lo que Sheinbaum llamó “la capacidad de un país para recibir al mundo con orden, alegría y seguridad”.
Los números lo anticipan: 5.5 millones de visitantes en territorio mexicano, 800 mil aficionados en las gradas y seis millones más en los fan fest oficiales. Una derrama económica estimada en 3 mil millones de dólares. Para sostener ese flujo, el gobierno federal coordinará acciones con los estados sede y municipios en un programa que abarca transporte, migración, salud pública y protección civil.
En el podio, Sheinbaum recordó que la historia de México con los mundiales “está llena de memoria y de comunidad”, pero que esta vez la meta es diferente: “Queremos que el fútbol llegue a todos, a las escuelas, a los barrios, a las plazas”. A unos metros, los representantes de la FIFA asentían mientras los funcionarios federales tomaban notas.
El plan incluye la remodelación del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, con una inversión de 9 mil millones de pesos, y la terminación del Tren de Pasajeros AIFA–Buenavista antes del inicio del torneo. También prevé nuevas canchas deportivas, parques y espacios de convivencia en zonas rurales y urbanas. En paralelo, nacerán los llamados “Mundialitos Sociales”, torneos locales donde participarán niños, jóvenes y adultos mayores, con la idea de hacer del Mundial una fiesta extendida, más allá de los boletos.
La presidenta habló sin papeles, improvisando en algunos pasajes, y entre los aplausos anunció que el boleto número 001 para la inauguración del Mundial no será para ella: “Se lo voy a regalar a una niña o joven amante del futbol que no tenga la oportunidad de ir… para que pueda soñar con el fútbol”. El gesto provocó ovaciones.
Mientras tanto, los equipos técnicos del gobierno trabajan en protocolos de seguridad con la FIFA y la Guardia Nacional. Jürgen Mainka, director ejecutivo del organismo en México, confirmó que los planes en curso “garantizan un entorno seguro para jugadores, árbitros y aficionados”. En las últimas semanas se reforzaron los operativos preventivos en estadios y explanadas, tras los incidentes registrados en el país en eventos deportivos recientes.
El proyecto, explicó Sheinbaum, será de carácter federal e incluyente: cada estado participará con actividades culturales, exposiciones y retransmisiones públicas. El objetivo, dijo, es que “la Copa también se juegue en los pueblos, en las comunidades, en las canchas de tierra”.
A su alrededor, los funcionarios repitieron la palabra “orgullo”. Y aunque el discurso tuvo momentos de estadística, la atmósfera fue más emocional que técnica. El Mundial, sostuvo la mandataria, no es solo un torneo: “Es un momento extraordinario para el país, para reconocer la amistad entre los pueblos y la importancia del tratado comercial entre México, Estados Unidos y Canadá”.
La presentación concluyó con un recorrido por la exposición instalada en el Complejo Cultural Los Pinos, donde se mostraron fotografías del Mundial de 1970, trofeos y maquetas de los estadios que serán sede en 2026. Funcionarios, representantes de FIFA y miembros del gabinete federal caminaron entre los stands mientras se ajustaban los últimos detalles del programa de infraestructura.
El evento cerró sin discurso final ni celebración. Solo un mensaje operativo: los preparativos continuarán de manera coordinada entre federación, estados y municipios para garantizar la seguridad, la movilidad y la inclusión social durante el torneo.
México afina el paso. El reloj del Mundial ya está en marcha.