
El zoológico de Khao Kheow se llenó de familias que viajaron desde distintos puntos de Tailandia, y de otros países, para celebrar el primer año de vida de Moo Deng, la hipopótama pigmea que se ha convertido en un símbolo de esperanza y conservación.
La gente llega temprano. El calor de Tailandia se siente, pero no importa. Padres con niños en hombros. Abuelos con sombreros de ala ancha. Turistas con cámaras colgadas al cuello. Todos caminan hacia un mismo punto: el estanque de Moo Deng.
La ven salir del agua con calma, con ese andar torpe que provoca ternura. Sus orejas se mueven, su hocico gotea mientras mastica un pedazo de sandía. Hoy no hay prisas. Hoy cumple un año.
El zoológico de Khao Kheow decidió que la fiesta duraría cuatro días. La entrada es gratuita para menores de 12 años, y en un mural improvisado con cartulinas de colores, decenas de niños escriben con plumones sus mensajes: “Feliz cumpleaños, Moo Deng”. “Gracias por existir”. “Te queremos”.
Moo Deng no sabe que su historia comenzó a escribirse hace un año, cuando su cuidador, Atthapon Nundee, subió las primeras fotos a redes sociales. Sus ojos grandes, su piel húmeda, su curiosidad frente a la cámara. Con cada publicación, más personas querían conocerla.
Pronto llegaron más visitantes al zoológico, que cuida a más de 2 mil animales en 800 hectáreas. Viajaron desde Bangkok, desde Chiang Mai, incluso desde Nueva York, para verla aunque fuera unos minutos, para tomarle una foto mientras salía a respirar y volvía a sumergirse.
La llamaron Moo Deng, que en tailandés significa “cerdo saltarín”. Su nombre salió de una encuesta en internet. Era simpático, pero la imagen de la cría jugando en el agua, o comiendo con calma, superó cualquier expectativa. Se convirtió en una figura que hoy aparece en camisetas, mochilas y juguetes por toda Tailandia.
El director del zoológico, Narongwit Chodchoy, camina entre los visitantes y cuenta que solo en un día llegaron más de 12 mil personas. Sabe que la popularidad de Moo Deng no es solo una anécdota viral. Ha servido para hablar de la importancia de cuidar a los hipopótamos pigmeos, una especie en peligro de extinción.
El pastel de cumpleaños se colocó cerca del estanque: sandías cortadas, hojas frescas, verduras que se convierten en un festín para Moo Deng. Ella se acerca, huele, muerde con calma. Unos niños ríen. Una madre toma una foto. Un abuelo se queda mirando, con una sonrisa discreta.
La hipopótama sigue con su rutina. Se sumerge, asoma las orejas, se sacude. No sabe que The New York Times la mencionó como una de las figuras más elegantes del 2024, ni que en redes sociales se le considera el “meme del año”. Tampoco sabe que en cada foto, en cada video, en cada mirada que le dedican, hay un momento de esperanza.
Moo Deng cumplió un año y regaló a miles de personas un instante de alegría. Un recordatorio de que la vida, en su forma más simple, puede unir a desconocidos frente a un estanque, bajo el sol de Tailandia, para compartir la sonrisa que provoca ver a un hipopótamo saltar entre burbujas.