Según algunas creencias, el tlatoani mexica, Moctezuma, halló esta flor al sur de México. Luego de ello, este la llevó a los jardines de su palacio en Tenochtitlán y con el tiempo, los sacerdotes mexicas comenzaron a emplearla en ritos o para uso medicinal.
Posteriormente con la colonización y evangelización de la Nueva España, esta fue utilizada como un elemento decorativo durante el periodo navideño por los monjes franciscanos. A causa del color tan llamativo de sus hojas, estos decidieron rebautizar con el nombre de flor de nochebuena, pues solo la encontraban durante las festividades navideñas.
En Estados Unidos esta flor es conocida con el nombre de Poinsettia debido a Joel Roberts Poinsett, quien fue el primer representante diplomático de México en aquel país y por que el nombre de ‘Euphorbia pulcherrima’ era difícil de recordar.
Se sabe que durante un viaje a Taxco, este quedó totalmente atónito al observar la belleza con la que contaba esta flor, por lo tanto, decidió comprar varios ejemplares para enviarlos a Estados Unidos para que fuese presentada para comercializarla durante una exposición en Filadelfia en el año de 1929.
En el caso de Europa, se cuenta que el viverista escocés Robert Buist, fue quien se encargó de llevarla hasta dicho continente, pues este se dedicaba a importar flores y plantas raras por su negocio ubicado en Filadelfia.
Se dice que en la noche del 24 de diciembre de 1899, la Basílica de San Pedro fue adornada con flores de nochebuena. Igualmente, el Vaticano la ha empleado para adornar sus altares para las festividades navideñas desde el siglo XIX.
En 200 años esta flor ha sufrido varias modificaciones en sus tonalidades. Actualmente ya se cuentan con casi 300 variedades de colores, dentro de las más comunes están rojas, blancas, marfil, rosas y jaspeadas.