Ese día la señora Ernestina Ascencio Rosario salió a pasear a sus borregos como todos los días en la comunidad Tetlalzinga en Zongolica en Veracruz.
Una comunidad marginada en donde la pobreza es profunda y la desigualdad continúa dañando a las comunidades indígenas. El 25 de febrero del 2007: ella de 73 años de edad salió con sus borregos a caminar como de costumbre.
En esas fechas: en la sierra de Zongolica se instaló la base de operaciones “García” del 63 Batallón de Infantería del Ejército Mexicano.
El Ejército llegó ahí de manera muy sorpresiva: durante el gobierno de Felipe Calderón; en los inicios de la llamada “Guerra” contra el narco.
Esa base de operaciones se instaló ahí: sin avisar a las autoridades locales; sin avisas a los habitantes; y muy cerca de la casa de la señora Ernestina de 73 años.
El único objetivo que tenían los militares en esa zona era supervisar e inhibir cualquier acción de violencia en la zona. Ese día la señora Ernestina salió con sus borregos: dicen las investigaciones; recorría varios kilómetros con ellos dentro de su comunidad.
Doña Ernestina: tenía cinco hijos e hijas; julio; Francisco, Martha, Juana y Carmen; todos de apellido Inés Ascencio y del pueblo Náhuatl la mayoría habla su lengua materna, muy pocos apenas y hablan algunas palabras en español.
La señora Ernestina era considerada una señora poderosa y sabia en su comunidad náhuatl: ese día del 25 de febrero del 2007 por la tarde, la señora Martha Inés Ascencio, hija de la señora Ernestina, observó con preocupación que los borregos de su madre, regresaban solos a casa en donde vivían.
Así que salió a buscarla: la señora Martha encontró a su madre con vida: pero un muy mal estado físico; la señora Ernestina de 73 años estaba tirada sobre una loma a unos 300 metros de donde la base de operaciones militares.
“Estaba boca abajo con las piernas abiertas, pero doblada como si estuviera hincada y los pies hacia atrás”, la señora Ernestina tenía la falda levantada y el rebozo amarrado frente a su pecho.
La señora Ernestina pidió agua, tenía sed, su hija fue a casa de un familiar cerca: llevó el agua y posteriormente comenzó a pedir ayuda en la carretera ahí le preguntó su hija que había pasado, lo que pudo decir en su lengua original náhuatl.
Fueron a varios hospitales pero como era domingo: no estaban abiertos: luego de varios intento de internarla una enfermera pudo valorarla y al ver la situación las envió a otro hospital: en donde se le realizarían exámenes ginecológicos.
Los familiares pusieron las denuncias correspondientes: pero la impunidad se hizo presente: en ese momento; el expresidente Felipe Calderón encubrió los hechos, y a pesar de todas las pruebas y los testimonios calderón aseguró que había muerto de gastritis eso generó descontento y tuvieron que sacarla de su sepultura para volver a investigar.
Esto fue lo que pasó en ese momento: han pasado 18 años y la corte interamericana de derechos humanos resolvió que el Estado Mexicano fue responsable de la muerte de la señora Ernestina y que fue en manos de militares y no por una gastritis como lo aseguró el ejecutivo federal en turno no investigó bien, mintió, no reparó los daños, ocultó, información, además de re victimizar a la familia con la muerte de la señora Ernestina.
La justicia llegó a la familia de la señora Ernestina Ascencio, 18 años más tarde: se confirmó que fue el estado quien asesinó, sin razón, alguna a una adulta mayor de 73 años ese día las ovejas regresaron solas.