
El agua no había terminado de bajar cuando el alcalde de Poza Rica, Veracruz, Fernando Luis Remes Garza, apareció entre las calles cubiertas de lodo.
Llegó en una camioneta de lujo, acompañado por personal del Ayuntamiento y algunos elementos de seguridad. Lo esperaban vecinos molestos, con el enojo a flor de piel después de las inundaciones provocadas por el desbordamiento del río Cazones.
Lo que debía ser un recorrido de supervisión se convirtió en reclamo pues desde las banquetas, hombres y mujeres comenzaron a gritarle. Algunos se acercaron, otros lanzaron piedras cuando el convoy se detuvo frente a una de las colonias más afectadas. El ruido de las sirenas se mezcló con los gritos y con el sonido del agua todavía corriendo por las alcantarillas.
Los pobladores acusaron al alcalde de no haber alertado a la población cuando el nivel del río comenzó a subir. Dijeron que nadie les avisó, que no hubo patrullas ni altavoces, y que muchos solo alcanzaron a salir cuando el agua ya había entrado a sus casas. “Nos dejó solos”, se escuchó entre los reclamos.
El alcalde intentó responder, pero los insultos lo obligaron a continuar su recorrido sin detenerse.
En videos difundidos más tarde en redes sociales, se observa al alcalde increpado por los vecinos.
El enojo fue inmediato al verlo llegar en un vehículo de alta gama. La escena muestra a la autoridad y a la gente separados por una línea invisible: la del hartazgo.
Durante su visita, Fernando Remes concedió una entrevista a medios locales. Dijo que la inundación no fue solo producto del fenómeno natural, sino también de la basura que la gente tira en las calles y en los drenajes.
“Decirles que aparte de la inundación del fenómeno natural que es el agua, pues seguimos tirando la basura indebidamente. Y qué bien dice un dicho en un pueblo que conozco de Veracruz, donde dice que aquí nadie recoge la basura porque nadie la tira, y resulta que todos la tiramos indebidamente”, afirmó ante los reporteros.
Las palabras del alcalde provocaron nuevas muestras de inconformidad.
Vecinos lo acusaron de responsabilizar a la población en medio del desastre. La tensión aumentó, y el personal de seguridad municipal decidió retirarlo del lugar.
En las calles, la imagen era la misma: viviendas anegadas, autos semienterrados, montones de basura acumulada. El agua había cubierto todo durante la noche anterior, cuando el río Cazones se desbordó después de varias horas de lluvia constante. Colonias completas quedaron bajo el agua, y decenas de familias perdieron todo.
Protección Civil y cuadrillas municipales trabajaban desde temprano en la limpieza de las vialidades.
El olor a humedad se mezclaba con el de la gasolina y la basura mojada.
Los vecinos trataban de rescatar lo que podían: colchones, aparatos, fotografías.
Mientras tanto, las críticas al gobierno local crecían en redes sociales, acompañadas de los videos del enfrentamiento.
Las imágenes circularon por todo Veracruz: el alcalde rodeado de gente, los gritos, la camioneta de lujo, el reclamo abierto en plena emergencia. Algunos habitantes aseguraron que las autoridades no activaron ningún sistema de alerta, pese a que el nivel del río ya se encontraba al límite desde horas antes. Otros denunciaron que no hubo coordinación entre Protección Civil y las dependencias municipales para evacuar las zonas en riesgo.
La jornada siguiente, Remes Garza insistió en su argumento: la basura fue determinante para el colapso del drenaje y el desbordamiento.
La postura oficial no logró calmar los ánimos. En los barrios más afectados, la gente seguía sin luz, sin agua y con pérdidas totales. El río Cazones dejó tras de sí calles cubiertas de lodo, casas dañadas y colonias incomunicadas. Los trabajos de limpieza y retiro de escombros continuaron durante todo el día, mientras se evaluaban los daños materiales y se coordinaba el envío de apoyo a los damnificados.
No hubo comunicado posterior que corrigiera el mensaje. Tampoco se ofrecieron detalles sobre un plan de atención inmediata ni sobre los protocolos que se aplicaron durante la emergencia. Las autoridades estatales reportaron daños materiales y familias desplazadas, sin precisar cifras.
El Gobierno de Poza Rica no ha informado oficialmente cuántas viviendas resultaron dañadas ni el número de damnificados atendidos. Tampoco se ha dado a conocer si se abrirá una investigación sobre las omisiones señaladas por los habitantes.
El desbordamiento del río Cazones marcó una nueva emergencia en la región norte de Veracruz y con ella, una brecha visible entre la población y su alcalde. Una imagen que quedó grabada: un funcionario arriba de una camioneta, mirando desde las ventanillas el agua que aún cubría las calles de su municipio.