Es un hecho que, pese a todos sus defectos, el INE es
un órgano autónomo y profesional, capaz de darle certidumbre y transparencia a
las elecciones. No debemos olvidar que el proceso electoral de este 2024 costó
más de 32 mil 700 millones de pesos; que se instalaron más de 170 mil casillas
electorales en todo el país; que casi 60 millones de mexicanos salieron a
votar; y que cientos de miles de ciudadanos fueron los encargados de supervisar
la elección y el conteo de votos en las casillas. Esas cifras nos pueden ayudar
a dimensionar que nuestra democracia es perfectible, pero funciona.
Debemos recordar esto porque, paradójicamente, tras una jornada electoral relativamente pacífica, con resultados claros y contundentes, el ala más radical de la oposición y los líderes de los diversos partidos políticos pretenden desconocer los resultados de las votaciones con el pretexto de que se presentaron algunas irregularidades en el proceso electoral.
El papel más cuestionable lo están desempeñando los líderes del PRI, PAN y PRD, que están más concentrados en impugnar la elección que en analizar por qué sufrieron la peor derrota electoral de la historia. Nunca antes, desde que existe una auténtica democracia en nuestro país, una presidenta había triunfado en las elecciones por un margen tan amplio. Claudia Sheinbaum ganó por más del doble de los votos que obtuvo Xóchitl Gálvez.
Pese a esto, Alejando Moreno, dirigente nacional del PRI, aseguró que detectaron “miles de irregularidades” en las actas, en el PREP y en el conteo rápido, y que va a pedir el recuento del 100% de los votos porque, asegura, puede haber un error “en todas” las casillas.
Marko Cortés, presidente de Acción Nacional, sostuvo que su partido va a impugnar las elecciones del pasado 2 de junio por haberse tratado de una elección de Estado cuya validez “no se puede aceptar”.
Y Jesús Zambrano, dirigente nacional del PRD, es el más preocupado de los líderes opositores en denunciar irregularidades, porque todo apunta a que el partido que él encabeza va a perder el registro.
Morelos es uno de los estados donde la tensión electoral ha crecido más. Lucy Mesa, la candidata de la coalición opositora para la gubernatura del estado, ha señalado que “faltan actas”, que “se presentaron incidencias por parte de los representantes de los partidos políticos” y que “existen discrepancias entre las actas y los cómputos”, por lo que, en sus palabras, “se ha puesto en riesgo la legalidad del ejercicio democrático”. También ha asegurado que hay una persecución en su contra luego de que personal de la Fiscalía Especializada en Combate a la Corrupción de su estado le notificó que hay una investigación penal en su contra poco antes de la rueda de prensa en que Lucy mesa denunciaría irregularidades en el proceso electoral.
Sin embargo, y esto me parece tanto o más escandaloso, no sólo los opositores se niegan a reconocer sus derrotas. En Jalisco, la candidata Claudia Delgadillo y el dirigente nacional de Morena Mario Delgado no han reconocido todavía la victoria de Pablo Lemus, candidato de Movimiento Ciudadano debido a que, supuestamente, se han robado urnas electorales y el PREP ha contabilizado un porcentaje muy bajo de las actas. Por ello, están pidiendo un recuento “voto por voto, casilla por casilla”.
En otras palabras: pareciera que los partidos aceptan sus victorias, pero no sus derrotas. Y, ante este panorama, es necesario hacer algunas aclaraciones.
Primero: en este momento, tanto el INE como los institutos electorales estatales están haciendo los cómputos distritales y municipales, y también están volviendo a contar los votos que sean necesarios para darle certidumbre al proceso electoral. En otras palabras: los órganos electorales pudieron haber cometido errores menores, pero, de ningún modo, un fraude electoral deliberado.
No debemos olvidar que, además del INE, Heraldo Muñoz, jefe de la Misión de la Organización de los Estados Americanos para supervisar la elección de México, hizo un llamado a respetar nuestras elecciones, que fueron calificadas, en términos generales, como limpias.
Por otro lado, no es lo mismo que haya irregularidades a que exista un fraude. Antes de las votaciones, ya sabíamos que nuestra democracia no era perfecta y que la contienda no tenía piso parejo. Yo misma denuncié muchas veces las intervenciones que el presidente Andrés Manuel López Obrador en el proceso electoral. Estas prácticas son inaceptables y, por lo tanto, deben corregirse y sancionarse. Pero, aun así, con sus defectos, todas y todos estamos obligados a respetar la democracia y, por lo tanto, los resultados de la votación.
Está bien que se revise lo que tenga que revisarse, pero es muy difícil que haya cambios sustantivos en los resultados.
Y no podemos permitir que se pretenda desconocer las elecciones, porque, más allá de nuestra ideología, esta retórica del fraude lastima a nuestra democracia y va en contra de lo que la oposición y la Marea Rosa defendieron a lo largo del sexenio ya que fortalece la narrativa del presidente Andrés Manuel López Obrador de que es necesaria una Reforma Electoral que podría destruir al INE.
Esto no significa que se ignoren los problemas. Debe prestarse mucha atención a la sobrerrepresentación que la coalición Sigamos Haciendo Historia busca tener en el Congreso de la Unión. En la conferencia mañanera del lunes, Luisa María Alcalde, secretaria de Gobernación, aseguró que, gracias a la asignación de legisladores plurinominales, Morena y sus partidos aliados se llevarían el 73% de la Cámara de Diputados, cuando en realidad obtuvieron poco más que el 54% de los votos. En el Senado se vive una situación similar. Hay que cuidar este fenómeno porque es ilegal y porque el Poder Legislativo es uno de los pocos lugares en donde la oposición podrá ejercer un contrapeso al Ejecutivo Federal.
Sí: es importante que haya claridad. Que haya transparencia. Que haya revisiones. Que se denuncien las irregularidades. Pero también que se respete lo que la mayoría decidió. Y que en el Poder Legislativo se refleje la diversidad que sí hubo en las casillas.
No olvidemos que sólo una democracia madura puede asegurar que quienes hoy perdieron en las urnas, mañana puedan ganar.
Yo soy Adela Micha.