Una cosa son los triunfos electorales y los altos
niveles de popularidad, pero otra, muy distinta, son los buenos resultados de
un Gobierno. En materia de seguridad, nuestro país continúa siendo un desastre.
Y la actual administración ha quedado mucho a deber, pues este sexenio será,
con mucho, el más violento del que se tenga registro.
No es un problema del pasado ni tampoco se trata de una exageración por parte de nosotros, los periodistas y los comunicadores. Las cifras oficiales ofrecidas por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública son contundentes. El pasado mes de mayo es ya el más violento en lo que va del 2024, pues se registraron 2 mil 657 víctimas de homicidio dolosos, 37 más de los contabilizados en abril.
Hay otras cifras igual de estremecedoras. En los primeros cinco meses del año nuestro país registró 12 mil 435 homicidios dolosos. Esto significa que, en promedio, han sido asesinadas 82 personas diariamente, más de una cada veinte minutos. Y no ha habido ningún mes del 2024 que contabilice menos de 2 mil asesinatos.
Colima es, de lejos, la entidad con la tasa de inseguridad y violencia más alta de todo el país. En mayo se registraron casi 10.6 homicidios dolosos por cada 100 mil habitantes, seguido de Morelos, con 6.6 y Baja California con 5.2…
Pero no sólo el homicidio doloso aumentó durante el mes de pasado. En la conferencia mañanera de ayer, Rosa Icela Rodríguez, secretaria de Seguridad, reveló que se cometieron 87 feminicidios, el peor índice en más de un año, con un alza de más del 40% con respecto al mes pasado, cuando se registraron 62 víctimas de feminicidio. Estos datos indican que, al día, tres mujeres fueron asesinadas en razón de su sexo. En materia de feminicidio, también hubo un aumento del 40% si se compara mayo de 2023 con mayo de 2024.
Todas estas cifras desmoronan el discurso triunfalista en materia de seguridad y violencia del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien, en reiteradas ocasiones, ha presumido que, durante su mandato, el homicidio doloso registra una tendencia a la baja.
Es importante destacar que, según diversas investigaciones, la reducción de homicidios dolosos en México puede deberse no sólo a una buena estrategia de seguridad por parte de las autoridades, sino a que las instituciones manipulan o son incapaces de registrar adecuadamente los datos relacionados con la violencia. También puede incidir la existencia de grupos criminales hegemónicos y los arreglos entre diversas facciones delictivas, que permiten que disminuya la violencia. Esto significaría que los homicidios no han bajado tanto como se dice y, además, que han disminuido, en parte, por la razón incorrecta: el fortalecimiento de grupos criminales y su “repartición territorial”. Así lo señala, entre otras personas, el politólogo y experto en temas de seguridad Armando Vargas Hernández.
Pero incluso concediendo ue los asesinatos hayan bajado, hay otros delitos graves que han aumentado, como el narcomenudeo, la trata de personas y la violación. Mediante la extorsión y el derecho de piso, aunados a las masacres, los secuestros y las desapariciones, los grupos criminales han logrado infiltrarse en prácticamente todos los sectores de la sociedad.
Así, por ejemplo, según información del Observatorio Nacional Ciudadano basada en cifras oficiales, en el mes de mayo se presentó un crecimiento importante de la trata de personas en Zacatecas; del feminicidio en Sonora; y del secuestro, el robo con violencia y el narcomenudeo en Tabasco, tierra de López Obrador.
Lo peor del caso es que, debido en parte al triunfalismo oficialista y pese a los muy cuestionables resultados en materia de seguridad, no parece que se avecine un cambio en la estrategia para combatir el crimen.
De hecho, como parte del llamado “Plan C” impulsado por el presidente Andrés Manuel López Obrador y respaldado por la virtual presidenta electa Claudia Sheinbaum, se buscará integrar la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa Nacional, una organización cuya eficacia, preparación e incorruptibilidad ha sido muy cuestionada. De esta manera se consumará el proceso de militarización de la seguridad pública que ha caracterizado a la actual administración, pese a la reiterada promesa del presidente sobre regresar al Ejército a los cuarteles.
Las dudas que existen en torno a la estrategia de seguridad no son un capricho. Apenas este fin de semana se dio a conocer de manera muy preocupante el posible involucramiento de elementos de la Guardia Nacional en una masacre registrada el fin de semana en León, Guanajuato, donde un grupo de sicarios asesinó a seis personas: cuatro mujeres, un niño de dos años y un bebé de ocho meses.
El video de una cámara de seguridad y el testimonio de dos sobrevivientes a la masacre han confirmado que, cinco minutos antes del crimen, sujetos armados vestidos con uniformes de la Guardia Nacional entraron al domicilio y, poco después, salieron de la vivienda cargando una bolsa de plástico negra. El gobernador del estado, Diego Sinhue, pidió, y con toda razón, que se esclarezcan los hechos.
Y ayer, en su conferencia mañanera, el presidente
López Obrador dijo que ya se están investigando, pero su declaración fue más
bien confusa.
El sexenio cerrará con casi 200 mil asesinatos. No se nos debe olvidar que, detrás de estas cifras, hay personas de carne y hueso que perdieron la vida. El narcotráfico ha crecido y se ha convertido en uno de los poderes fácticos más relevantes en todo el territorio nacional. Nuestro país no puede seguir en la misma ruta de criminalidad y muerte. Ahora que comenzará una nueva administración, debe replantearse seriamente la estrategia de seguridad. Porque, de lo contrario, México seguirá bañado en sangre.
Yo soy Adela Micha.