Por Araceli Benítez
Estoy segura de que usted, lector, al igual que millones de mexicanos, queremos lo mejor para nuestras familias: vivir sin miedo, tener alimento en la mesa, acceso a atención médica cuando se necesite, que nuestros hijos reciban educación de calidad, un ingreso digno, y que nuestro voto en las elecciones se cuente. Aspiramos a una vida próspera. Lamentablemente, nuestro gobierno sólo le ofrece esto a al círculo cercano del presidente, independientemente de sus aptitudes o resultados. Por negligencia o ineptitud, se ha condenado a generaciones enteras de niños a la miseria, a la ignorancia y a depender de la caridad de programas clientelares que no ofrecen la menor esperanza de progreso o movilidad social.
Quizá peco de optimista, pero la razón por la que no creo que lleguemos a estar como Venezuela o Cuba es porque estoy convencida que la ciudadanía rectificará y le dará un mejor rumbo al país en las elecciones de 2024, sacando a Morena del poder. Pero, aún así, tenemos que preguntarnos cuánto del daño hecho es ya irreversible. Me quitan el sueño los instintos dictatoriales de AMLO; me preocupa la polarización que siembra, asumiendo que al dividirnos se fortalece. Me preocupa que hemos normalizado el discurso de odio que es práctica cotidiana en las Mañaneras. Que no reaccionamos ante la flagrante ineptitud y falta de resultados, ante cómo se dilapidan recursos que provienen de impuestos que con tanto esfuerzo pagamos. Además, nos hemos vuelto insensibles a la violencia y al sufrimiento de víctimas de violencia, o del de padres de niños con cáncer.
Lo que está pasando en este sexenio no está bien. Esto no es lo que los mexicanos queríamos para México. Se ha traicionado la esperanza de tantos que votaron por Morena en 2018, aunque algunos aún se nieguen a reconocerlo. Morena se siente invencible y, por ello, se cree con el derecho a maltratarnos, por eso abusan sin recato del poder y de los recursos públicos. Se les olvida que no somos sus dóciles lacayos, sino que son ellos los que están ahí para servir al pueblo, incluyendo a quienes no votaron por ellos.
Debemos tener mucho cuidado en no volvernos el pueblo que AMLO añora: sumiso, ignorante, conformista, e indiferente al sufrimiento de otros mexicanos. Alcemos la voz, exijamos que gobierne para todos y que respete -y haga respetar- la ley. Ocupemos el sitio que nos corresponde, aspiremos a un lugar junto a las economías más prósperas y las democracias más legítimas, y dejemos de asociarnos con estados fallidos y dictaduras impresentables. Por nuestros hijos, exijamos el futuro que México merece. Atrevámonos a ser el país que podemos ser.
@aracelibs