Tanto el INE como los institutos electorales estatales
terminaron de hacer los llamados “cómputos distritales y municipales”. Ya se
contaron los votos y se confirmó el resultado de las elecciones: la coalición “Sigamos
Haciendo Historia” triunfó de manera contundente, tendrá la Presidencia de la
República, gobernará 24 estados y, en los hechos, controlará las dos cámaras
del Congreso de la Unión. Se llevaron el “carro completo”.
Pareciera que, por lo menos durante los próximos tres años, la llamada “Cuarta Transformación” podrá gobernar sin tener que negociar con la oposición. Sin embargo, existe un contrapeso que ni siquiera Morena y sus partidos aliados pueden ignorar. Ese contrapeso es, simple y sencillamente, la realidad. Porque la realidad se impone y, por lo tanto, no puede pasarse por alto.
La semana pasada, poco después de las votaciones, vino el primer golpe de realidad ante el resultado de las elecciones. ¿Cuál fue? Que los inversionistas, los mercados y el sector financiero mostraron su desconfianza ante la aplastante victoria del proyecto oficialista.
El peso, que se había mantenido muy alto frente al dólar a lo largo del sexenio, sufrió una pérdida de alrededor del 4%; y las acciones de la Bolsa Mexicana de Valores registraron una caída de alrededor del 6%. Se trata de las peores bajas desde la pandemia de COVID-19.
Hay que resaltar el hecho de que los temores de los mercados no son, de ninguna manera, injustificados.
Con la mayoría calificada de facto tanto en San Lázaro como en el Senado, Morena, el Partido Verde y el Partido del Trabajo, pueden llevar a cabo el llamado “Plan C” del aún presidente Andrés Manuel López Obrador, que consiste en aprobar sin diálogos ni negociaciones 18 reformas constitucionales.
No es un asunto menor. Entre las iniciativas, están las reformas Judicial y Electoral, que le quitarían autonomía y capacidad operativa a los órganos judiciales y electorales; y que provocarían que los magistrados de la Suprema Corte de Justicia y los Consejeros del INE fueran elegidos mediante el voto directo… También se pretende eliminar a los legisladores plurinominales, quitándole representatividad a las fuerzas políticas minoritarias.
Pero hay más. En materia de seguridad, se busca integrar la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa Nacional, profundizando la militarización del país y amenazando con darle más dinero al Ejército y seguir otorgándole a las Fuerzas Armadas tareas que deberían estar en manos de civiles, como la construcción de obra pública o la administración de aeropuertos y líneas de tren.
Muchos órganos independientes serían destruidos y, en cuanto a política energética se refiere, se impulsaría una agenda regresiva, contraria a los intereses de América del Norte, con una óptica estatista y concentrada en seguir fortaleciendo a la CFE y a Pemex, a pesar de sus problemas financieros y de que producen energía cara y muy contaminante.
También se propone impulsar mejores pensiones y más programas sociales, sin una reforma fiscal que permita la sustentabilidad financiera de dichas iniciativas.
Este ambiente de desconfianza por parte de los mercados, se vio agravado por la actitud de López Obrador, quien utilizó buena parte de sus mañaneras de la semana pasada para hablar de su famoso “Plan C”, refrendando la necedad de llevar a cabo una Reforma Judicial y atacando a “sus opositores”.
Tampoco ayudaron las declaraciones de Ignacio Mier Velasco, coordinador de la bancada de Morena en la Cámara de Diputados, quien hizo pensar que en septiembre, el oficialismo utilizaría su aplanadora legislativa para actuar como a lo largo de todo el sexenio, en que, de manera vergonzosa, se aprobaron las iniciativas presidenciales sin moverles una sola coma.
Sin embargo, ante la caída de los mercados, Claudia Sheinbaum, virtual presidenta electa, tuvo que salir a matizar los discursos de su partido y del presidente López Obrador...
En primer término, aseguró que todas las reformas constitucionales se negociarán con la oposición y aclaró que este lunes se reuniría con el actual mandatario para dialogar acerca de la transición y de la agenda legislativa de su movimiento.
Por otro lado, anunció que Rogelio Ramírez de la O permanecerá al frente de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público; y le pidió que tuviera una llamada con banqueros, inversionistas, empresarios y líderes del sector financiero para tranquilizarlos y asegurarles que la política económica del Gobierno entrante, será sensata.
En un comunicado publicado el 5 de junio, Ramírez de la O prometió reducir el endeudamiento, mantener la estabilidad macroeconómica, actuar con prudencia fiscal, incentivar la inversión, respetar la autonomía del Banco de México y actuar dentro del marco legal.
Es una buena señal que Claudia Sheinbaum esté intentando dialogar con los mercados y que, con estos gestos, se esté desmarcando del presidente, que parece estar más concentrado en celebrar su victoria que en garantizar una transición tersa y mesurada.
Porque lo único que está por encima de la voluntad popular, es la realidad. Frente a ella no hay argumentos. Y cuando se concentra tanto poder, la sensatez, la autocrítica y el diálogo se vuelven más importantes que nunca. De lo contrario, la realidad se impone y se desatan las crisis económicas, crece la violencia y estallan los conflictos sociales.
Y a nadie le conviene que esto suceda.
Yo soy Adela Micha