Finalmente, esta semana son las elecciones. El próximo
domingo 2 de junio, casi cien millones de ciudadanas y ciudadanos tendremos la
oportunidad, y la obligación, de votar.
Se renovarán alrededor de veinte mil cargos, entre los cuales destaca, por supuesto, la presidencia de la República, la renovación de las dos cámaras del Congreso de la Unión y la gubernatura de nueve estados.
Esta ha sido una de las campañas electorales más largas y más desgastantes de nuestra historia. Para empezar, desde 2022, el presidente Andrés Manuel López Obrador, en sus conferencias mañaneras, comenzó a “calentar” el ambiente de las elecciones, poniendo a competir a los posibles candidatos del proyecto que él encabeza, a los que llamó “corcholatas”.
El año pasado, en un proceso completamente anticipado, se llevaron a cabo una serie de encuestas en las que, en teoría, se iba a elegir al dirigente de la llamada Cuarta Transformación. Pero, en realidad, todos sabíamos que se trataba de una precampaña no oficial para elegir al candidato o, más bien, a la candidata a la presidencia, que, como es bien sabido, resultó ser Claudia Sheinbaum.
En respuesta, el PRI, el PAN y el PRD, los partidos opositores que se aliaron, también adelantaron su proceso interno y eligieron a Xóchitl Gálvez como aspirante. Llevamos más de un año hablando, de manera muy intensa, de las elecciones.
Pero no sólo ha sido un proceso demasiado largo, sino que también ha estado marcado por la polarización, las descalificaciones, la falta de diálogo, la intervención del presidente e, incluso, la violencia electoral. La sociedad está cansada porque parece que los dos proyectos de nación que se enfrentan en las boletas son irreconciliables.
Los opositores denuncian que, a lo largo de todo el sexenio, el presidente López Obrador ha querido concentrar todo el poder político en sus manos y destruir las formas y las instituciones que sostienen a la joven democracia de nuestro país. El presidente ha enfrentado verbal y políticamente con periodistas, organizaciones no gubernamentales e, incluso, con instituciones como la Suprema Corte de Justicia y el Instituto Nacional Electoral, que no sólo son contrapesos al Poder Ejecutivo, sino que garantizan el orden legal necesario en una democracia.
Por este motivo, después del tercer debate presidencial, desde un evento privado en el Palacio de Minería, un grupo de más de 250 intelectuales y académicos firmaron un documento en el que llaman a votar por Xóchitl Gálvez porque, en sus palabras, “el gobierno de López Obrador y su partido pretenden extender la deriva autoritaria durante el próximo sexenio, lo que significa una grave amenaza para la democracia” y el “peligro de una regresión autoritaria”.
Entre los firmantes, destaca el antropólogo Roger Bartra, los historiadores Enrique Krauze y Héctor Aguilar Camín, el analista político Agustín Basave, los escritores Ángeles Mastreta, Gabriel Zaid y Rafael Pérez Gay, Enrique Serna y Anamari Gomís, la editora Consuelo Sáizar, la artista Paulina Lavista, entre muchos otros. Esto es parte de lo que declaró Roger Bartra…
Como ya es su costumbre, el presidente López Obrador contestó desestimando a los firmantes, clasificándolos como corruptos y neoliberales. Por su parte, la candidata Claudia Sheinbaum dijo que no era ninguna sorpresa, puesto ya se sabía que los firmantes eran opositores a Morena y sus aliados políticos.
Además, en respuesta, el pasado viernes 24 de mayo, a diez días de las elecciones, Claudia Sheinbaum encabezó un evento en el que 900 académicos, intelectuales, científicos y artistas le dieron su respaldo rumbo a la presidencia. En el comunicado, aseguraron que, si Sheinbaum llega a Palacio Nacional, “la democracia seguirá fortaleciéndose” y que se consolidará “un país más justo y más próspero”.
Entre los firmantes destaca la escritora Elena Poniatowska, el médico David Kershenobich, la astrónoma Silvia Torres, el historiador Lorenzo Meyer y ex rector de la UNAM Juan Ramón de la Fuente, quien dijo lo siguiente…
Poco después, se viralizó en redes sociales un video
del actor y comediante Eugenio Derbez criticó a la actual Administración, pero
que incitó a que, más allá de las preferencias políticas de cada uno, todas y
todos salgamos a votar.
Estamos, ya lo decía, a siete días de las elecciones. Yo quisiera comenzar esta semana con dos llamados:
El primero es a las dos candidatas que hoy aspiran a convertirse en la primera presidenta de México… Por un lado, respeten y fortalezcan la democracia. Por el otro, escuchen a sus adversarios políticos, y dialoguen con ellos
Xóchitl Gálvez no puede gobernar si ignora la indignación, muchas veces justificada, que hay contra los partidos políticos tradicionales. Y Claudia Sheinbaum debe dejar de ver la inquietud de muchos ciudadanos a los que les preocupa un regreso al México de una sola persona y de una sola voluntad.
El segundo llamado es a nosotros, a las y los ciudadanos. Pensemos qué queremos para nuestro país y salgamos a votar masivamente. Más allá de los argumentos de las discusiones, de las consignas de las marchas y de la estridencia de los gritos, la mejor manera que tenemos de hacer que nuestra opinión cuente es yendo a votar.
Si los ciudadanos hablamos y dialogamos, y los políticos escuchan, México puede acercarse a lo que todas y todos queremos.
Porque, aunque nuestro país está polarizado, nuestra democracia es una sola. Porque, aunque se enfrenten dos proyectos de nación, México es uno solo.
Yo soy Adela Micha.