Es muy lamentable, presidente, que a
usted ya ni siquiera le importe disimular la persecución política, que se haya
olvidado de las leyes y de la democracia. Usted ha centralizado de tal forma el
poder, que, a estas alturas del sexenio, se siente con la libertad de atacar a
sus opositores y de violar impunemente la ley, porque sabe que nadie se atreve
a decirle que no, a ponerle un alto, y que no habrá consecuencias…
En la mañanera del pasado viernes 3 de mayo, el presidente López Obrador arremetió con toda su fuerza, con todo el poder del Estado, contra María Amparo Casar, una académica e investigadora de temas políticos que, ideologías aparte, ha sido una figura crucial en la construcción de la democracia mexicana…
El presidente, en su afán de desacreditar a sus críticos, utilizó como arma política la muerte de Carlos Fernando Márquez Padilla García, quien fue esposo de Casar y funcionario de Pemex… Ya de entrada, es una vileza enorme usar una tragedia personal para vengarse de los críticos al régimen…
Según las acusaciones del presidente y de Octavio Romero Oropeza, director de Pemex, María Amparo Casar manipuló la muerte de su esposo, ocurrida hace casi dos décadas, presentando el supuesto suicidio como un accidente laboral, para cobrar el seguro de vida y la pensión que por ley le correspondía.
Además de dedicarle gran parte de su mañanera del viernes, y de calificarla de “cínica”, “corrupta”, “intelectual orgánica”, “oligarca” y todas las ofensas y bajezas que por desgracia son habituales en Palacio Nacional, el presidente publicó el expediente del caso… En él, hay datos personales, privados, tanto de María Amparo Casar como de sus hijos, que ni la deben ni la temen… El documento incluye el historial académico de sus hijos, copias de sus identificaciones, la dirección en la que viven e información muy detallada acerca de su estado financiero…
María Amparo Casar sostiene que las acusaciones del presidente son mentiras… Que se está utilizando el aparato del Estado para difamarla y calumniarla… Que desde el 15 de febrero dejó de recibir de forma ilegal la pensión a la que tiene derecho… Que el seguro de vida que cobró a la muerte de su esposo no lo pagó Pemex, sino la aseguradora… Que ella nunca vio el acta donde presuntamente se sostiene que se trató de un suicidio y que, más bien, está siendo víctima de una venganza política…
Queda perfectamente claro que la exhibición de los datos personales de Casar y de su familia por parte del Gobierno es un acto de violación a la privacidad y un abuso de poder inaceptable. Ninguna norma jurídica le otorga al Gobierno la facultad de proceder de esta manera. Pero a usted, presidente, no le importa violar las leyes ni romper el juramento que hizo en la Cámara de Diputados hace casi ya seis años, cuando muchísimos mexicanos todavía creían en lo que, ahora sabemos, eran falsas promesas…
De hecho, el INAI, que, por cierto, ha sido tremendamente atacado por usted y sus aliados políticos durante todo el sexenio, ya abrió una investigación de oficio porque la Presidencia de la República divulgó datos personales que estaba obligada a proteger…
Presidente, usted ha dicho que al margen de la ley nada, que por encima de la ley nadie, pero sus palabras están huecas cuando sus acciones demuestran lo contrario… Esto nos ayuda a saber quién es quién en los autoritarismos de la semana… Sus persecuciones no son un asunto de justicia pública, sino una venganza personal.
Si María Amparo Casar hubiera actuado mal, debería haber un proceso legal en su contra por medio de las instancias correspondientes… Con la revelación de sus datos personales, el Ejecutivo violó el debido proceso, atentó contra la privacidad y puso en riesgo a María Amparo Casar y a su familia… En otras palabras, incluso si las acusaciones fueran ciertas, el presidente enturbió el caso…
Tampoco es casualidad que todo esto se haga durante el proceso electoral… ¿Cómo puede decirse demócrata, presidente, si en estos momentos usted ataca a los opositores para neutralizar a las fuerzas opositoras? ¿Dónde está la autoridad moral de la que tanto presume?
Además, no puede ignorarse el hecho de que María Amparo Casar es directora de Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad, una organización que lleva años denunciando los casos de corrupción y que ha desnudado algunos de los escándalos más sensibles para el actual Gobierno… Me refiero a la presunta red de corrupción de Andrés Manuel López Beltrán, hijo del presidente… Al carrusel de dinero de Alejandro Esquer, secretario de López Obrador… al caso de SEGALMEX y al departamento de lujo del general Luis Cresencio Sandoval…
Así, más bien parece que el presidente está protegiendo a su círculo cercano de las acusaciones de corrupción que han venido desmoronando su discurso histórico y su congruencia… Porque el presidente no se habría ensañado con Casar si no fuera una de las críticas más visibles. El mensaje es muy claro: cualquiera que se atreva a criticar al gobierno será sometido a la misma persecución. Después de un espectáculo tan vil y burdo, yo me pregunto… ¿Hay libertad de expresión en México cuando se persigue a las voces críticas de esta forma? ¿Hay democracia en nuestro país cuando se ataca ilegalmente a los opositores? ¿Hay Estado de derecho cuando el presidente puede violar la ley públicamente, e, incluso, enorgullecerse de su forma de actuar?
También preocupa que esta intimidación se dé en un caso tan sensible como la muerte del esposo de María Amparo Casar… Parafraseando a ciertos personajes de Morena, hay una gran falta de humanidad y respeto al lucrar políticamente con una tragedia personal como esta…
No es la primera vez que el presidente actúa de esta forma… Pero si ha sido una de las más abyectas…
Porque incluso si tenía razón, presidente, su sed de venganza imposibilitó que se hiciera justicia, porque la justicia requiere legalidad e imparcialidad… Porque el país requiere a un presidente que cumpla la ley.
Y porque si usted va a seguir atacando con tanta saña a quienes alzamos la voz en favor de la legalidad y la democracia, acusándonos de firmar manifiestos, le digo, que sí, aunque le duela, yo soy una abajo firmante…
Yo soy Adela Micha…