Es temprano para juzgar la política de seguridad de la presidenta Claudia Sheinbaum. Su labor en la Ciudad de México y las acciones que ha comenzado a tomar hacen pensar que, cuando menos, en lugar de repartir abrazos, está buscando crear un diseño institucional para combatir a los criminales. Sin embargo, no bastan las buenas intenciones. Porque, a 45 días de iniciado el sexenio, las masacres, los asesinatos y la violencia política que vivimos a diario son un cruel recordatorio de que no hay problema más urgente que la inseguridad. Mientras tanto, y por desgracia, la sangre seguirá corriendo.