En entrevista en “Me lo dijo Adela”, Lenin Moreno, periodista de “El Sur de Guerrero” y el obispo Salvador Rangel, comentaron la compleja situación de violencia que enfrenta el estado de Guerrero. En particular, Chilpancingo, que ha sido capital de múltiples hechos violentos que han dejado decenas de fallecimientos y un sentimiento de miedo generalizado en la sociedad.
El pasado miércoles, un pequeño grupo de obispos lograron establecer un acuerdo de paz entre dos grupos criminales que dio un respiro a una población que ha hecho de la violencia una rutina. La tregua se efectuó entre los dos grupos criminales que controlan la entidad, conocidos como “Los ardillos” y “Los Tlacos”. Ante esta situación, resulta complejo no preguntarse cuánto tiempo durará esta tregua.
“Es la pregunta que todo mundo se hace, por lo mismo hasta los transportistas no salen fuera de Chilpancingo a un rango como de un kilómetro, pues tienen miedo. Es un límite que la misma delincuencia se lo pone. Es algo que no se sabe cuando va a terminar, el año pasado hubo una guerra por el pollo, fueron también dos semanas de enfrentamientos, al menos unos 15 trabajadores que se dedicaban a la venta de pollos fueron asesinados y de repente también, como si nada pasara, hicieron una tregua, se calmó el problema”.
En los últimos años, la capital guerrerense se ha convertido en un bastión para la delincuencia organizada en donde el Estado se ha vuelto incapaz de contener la situación y asegurar el bienestar de la población. Para el obispo salvador Rangel, quien si bien no participó en las negociaciones, pero tiene gran cercanía con los sacerdote que lo hicieron, comentó que:
“Hay vacíos de poder, han abandonado a la gente. Yo soy testigo de unos cinco o seis años, como tuvieron que bajar de la sierra todos los médicos, enfermeras, los maestros y dejaron sola la sierra”.
Estos hechos, se dan en el contexto de que la presidenta municipal de Chilpancingo, Norma Otilia Hernandez, afirmó que la situación de violencia ya llevaba mucho tiempo en el municipio. Sin embargo, tal como comentó Adela, “nadie se acostumbra a vivir con miedo “.
Ante la posibilidad de replicar este tipo de acuerdos en el resto del estado que enfrenta una crisis de inseguridad igual de compleja, el obispo mencionó que “desgraciadamente desde ayer y hoy estoy leyendo muchas muertes en Acapulco, pero ojalá que en otros lugares se pudiera replicar. Por lo menos es un hecho, yo creo que tanto el gobierno, como los obispos, pudiéramos exhortar a estas personas a que sigan este ejemplo y que haya esta especie de tregua y que los beneficiados sea la gente.
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