A un año de distancia del histórico triunfo en las urnas del hoy presidente Andrés Manuel López Obrador, con la votación más alta de un primer mandatario en la historia de México: 30 millones 113 mil 483 de sufragios, un cúmulo de hechos, decisiones y cambios de paradigmas han marcado estos 365 días.
Hace un año, López Obrador, que participaba por tercera ocasión en un proceso electoral por la primera magistratura, recibió un aval inobjetable en las elecciones del 1 de julio de 2018.
Cuando aquel día fenecía, López Obrador arribó a un Zócalo capitalino lleno, donde decenas de miles de seguidores, aliados y simpatizantes lo vitorearon.
"¡Presidente, presidente!" y "¡es un honor estar con Obrador!", le gritaron en aquel mitin algunos asistentes mientras ondeaban banderas de México y de los partidos de su alianza.
En su primer discurso como inminente mandatario, Obrador reiteró las principales promesas de campaña, en el sentido de impulsar cambios profundos, con apego al orden legal establecido, libertad empresarial, libertad de expresión, de asociación y de creencias, poniendo énfasis en que: "Por el bien de todos, primero los pobres".
Andrés Manuel López Obrador llamó a los a todos los mexicanos a la reconciliación y se comprometió a erradicar la corrupción y la impunidad en el nuevo gobierno.
Gobierno que inició, como lo establece la ley, el 1 de diciembre, pero que se fue gestando desde el 2 de julio, cuando comenzó a tener reuniones y a hacer anuncios desde la llamada casa de transición de la colonia Roma.
Desde ahí se decidió la consulta sobre el destino del llamado Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAIM) y se dieron a conocer los proyectos como el Tren Maya, la refinería Dos Bocas y la construcción del aeropuerto en Santa Lucía. Luego, esto se formalizó durante su gestión.
Ese día, cuando a bordo del auto Jetta que utiliza para su movilidad en la Ciudad de México era trasladado al Congreso a rendir protesta, un ciclista se acercó a su ventanilla y le dijo: “tú no tienes derecho a fallarnos”.
En San Lázaro el presidente saliente Enrique Peña Nieto (PRI) entregó la banda presidencial al presidente del Congreso, Porfirio Muñoz Ledo, quien la puso en las manos del primer mandatario mexicano emanado de la izquierda.
En la sesión solemne, López Obrador protestó como el presidente número 64 de la República Mexicana.
Por la noche de aquel 1 de diciembre, el político nacido en Tabasco celebró un acto en el Zócalo capitalino, donde recibió el bastón de mando otorgado por representantes de 68 pueblos indígenas del país, un acto sin precedentes.
Obrador fue ovacionado y emitió un discurso en el que mencionó que recibió un país en quiebra, pero se comprometió a “no fallar”.
Esa noche el presidente emitió 100 acciones de su gobierno, entre las que destacó la puesta en venta del avión presidencial, aclarar el caso Ayotzinapa, no adquirir más deuda y dar prioridad a “los más desprotegidos, a los indígenas, a los niños que tengan alguna discapacidad y a los adultos mayores”.
El 18 de enero, en plena campaña estratégica de combate al huachicoleo, la ordeña de ductos y el robo de hidrocarburos, surge la explosión en un gasoducto en Tlahuelilpan, Hidalgo que dejó 137 muertos.
El presidente, quien redujo su salario a 108 mil 656 pesos mensuales y que promovió la Ley de Remuneraciones para que nadie perciba más que él y que vuela en avión comercial, ha tenido que enfrentar los efectos de la crisis migratoria de Centroamérica en México, y las presiones del presidente Donald Trump con amagos comerciales.
Hasta ahora, en este tema ha salido avante, como en la estabilidad de la economía del país, de acuerdo con los indicadores.
Obrador, quien ha revolucionado la forma de comunicarse con la sociedad al instituir las conferencias de prensa mañaneras, de lunes a viernes, hoy celebra el voto que le dio el triunfo.
También hay quienes protestan contra su gestión, por la cancelación de proyectos, por los cambios en los apoyos a las guarderías y por la inseguridad.
