
El escritorio de la jueza federal Sharon Johnson Coleman no es como cualquier otro. Ahí se han sellado los destinos de capos, operadores logísticos, jefes regionales y lavadores del Cártel de Sinaloa. Hoy, en esa misma superficie, reposa el expediente de Ovidio Guzmán López… en espera de una sentencia que sea ejemplo para todas aquellas personas que pretenden dedicar su vida al narcotráfico.
Es esta mujer —quien ha visto absolutamente todo tipo de casos en los tribunales— la que tiene el destino de “El Ratón” en sus manos. Y es que lo que ocurra con su condena, ya sea que enfrente 20 o 25 años de cárcel, o si recibe una pena reducida a cambio de más cooperación, depende de la jueza que ha lidiado con la estructura del Cártel de Sinaloa desde hace más de una década.
Fue apenas el 11 de julio cuando Ovidio se declaró culpable de cuatro cargos federales en una corte de Chicago, Illinois: dos por distribución de drogas y dos más por su participación en una empresa criminal. Con tan solo 35 años, admitió su responsabilidad en la producción y envío de fentanilo, metanfetamina y cocaína a Estados Unidos, además de liderar una de las facciones del Cártel de Sinaloa: “Los Chapitos”.
Su experiencia no es reciente ni simbólica: lleva 15 años sentada en el estrado y cuenta con más de tres décadas de trayectoria judicial. Sin embargo, más allá de los años, le anteceden casos icónicos y simbólicos en una incansable lucha contra el crimen organizado, pues atendió las acusaciones contra Felipe Cabrera Sarabia, apodado “El Rey de la Heroína”; Guadalupe Fernández Valencia, “La Patrona”; y, desde luego, el expediente original que abrió el cerco contra el Cártel de Sinaloa en abril de 2009.
Fue precisamente esa corte la que procesó por primera vez a Jesús Vicente Zambada Niebla, alias “El Vicentillo”, hijo de Ismael “El Mayo” Zambada. Desde ahí, Johnson Coleman ha sido pieza clave para entender cómo operan los mecanismos del cártel en territorio estadounidense. Ha escuchado nombres… leído cientos de informes… y ha dictado sentencias que marcaron rutas completas del narcotráfico. Hoy tiene delante al hijo de Joaquín Guzmán Loera.
Nacida en Chicago en 1960, Sharon Johnson Coleman fue nominada como jueza federal en 2010 por el entonces presidente Barack Obama, y confirmada por unanimidad en el Senado. En ese entonces, la American Bar Association la calificó como una de las candidatas más competentes del país.
Desde entonces, ha presidido la Corte del Distrito Norte de Illinois, una de las jurisdicciones clave en la persecución del crimen organizado mexicano en Estados Unidos.
Graduada de la Universidad del Norte de Illinois en 1981 y doctora en Jurisprudencia por la Universidad de Washington en 1984, Coleman inició su carrera como fiscal asistente del estado de Illinois. Entre 1984 y 2010 ocupó diversos cargos en cortes de circuito y apelaciones, hasta su nominación federal.
Hoy, a sus 65 años, es considerada una de las figuras más serias, reservadas y conocedoras del sistema penal federal, especialmente en casos relacionados con narcotráfico, crimen transnacional y delincuencia organizada. Y si algo ha demostrado su historial, es que sabe tomar decisiones sin ceder al espectáculo.
En 2019, Coleman presidió el caso contra Guadalupe Fernández Valencia, alias “La Patrona”, operadora directa de “El Chapo”. También encabezó el juicio de Felipe Cabrera Sarabia, alias “El Inge”, mejor conocido como “El Rey de la Heroína”. Ambos se declararon culpables y terminaron tras las rejas.
Joe “El Tiburón” López, abogado criminalista y defensor de mafiosos en Chicago, afirma que lo más probable es que Ovidio y sus hermanos eviten los juicios largos y se alineen con el modelo Coleman: confesar, pactar, obtener reducciones. Pero esa posibilidad no resta gravedad al caso.
Johnson Coleman ha manejado información, pruebas, interrogatorios, videos y declaraciones de todo el engranaje que sostuvo al Cártel de Sinaloa desde la detención de “El Chapo” en 2016.
Mientras, en México, la presión política crece.