Este martes 9 de diciembre, la mandataria Xiomara Castro afirmó que las votaciones están “viciadas de nulidad” debido a supuestas manipulaciones en el sistema de recuento rápido y a una intervención externa, concretamente del gobierno de Estados Unidos. Castro anunció que buscará denunciar la situación ante organismos internacionales.
Según sus declaraciones, este supuesto intervencionismo habría favorecido al candidato conservador Nasry Asfura, por quien el presidente estadounidense Donald Trump pidió votar y quien actualmente mantiene una estrecha ventaja sobre Salvador Nasralla. Ambos se encuentran lejos de la candidata y heredera política de la presidenta Xiomara Castro, Rixi Moncada, quien está en tercera posición, con el 19% de los votos.
Para este miércoles 10 de diciembre, está previsto el inicio de un escrutinio especial, tras la prolongación del periodo oficial de conteo. Las autoridades electorales han mostrado cautela, argumentando que buscan transparencia, pero la desconfianza pública crece notablemente.
La acusación de Castro ha desatado una serie de reacciones sociales. En varias ciudades, simpatizantes de distintos candidatos han convocado manifestaciones; algunas pacíficas, otras con tensión. Hay reportes de bloqueos en vías cercanas a centros de cómputo y oficinas del tribunal electoral, así como amenaza de actos de violencia provocados por grupos allegados a los candidatos. Medios locales alertaron sobre el riesgo de enfrentamientos, una situación que ya ha generado preocupación internacional.
Este conflicto no sólo pone en riesgo la tranquilidad social, sino que amenaza con alterar el curso político del país. Si se confirma el resultado favorable a Asfura y con ello el respaldo internacional señalado por Castro, muchos se preguntan si la legitimidad del nuevo gobierno será suficientemente aceptada por todos los sectores. En cambio, si el escrutinio especial favorece a Nasralla, la polarización política podría intensificarse aún más.
Por lo pronto, Honduras transita por una encrucijada en su vida democrática. El escrutinio especial, la presión internacional, las protestas ciudadanas y la atención de organismos de derechos humanos serán claves en los próximos días para definir no sólo al ganador, sino la confianza en la verdad electoral.