La noche no ha dado tregua en el condado de Los Ángeles. Una ola de devastadores incendios, alimentada por vientos de más de 160 km/h, ha arrasado con barrios enteros, dejando a su paso destrucción y desesperación. Hasta ahora, tres zonas son las más afectadas: Pacific Palisades, Pasadena-Altadena y Sylmar. Estas áreas han visto más de 1,200 estructuras destruidas, dos muertos y miles de residentes evacuados. La alcaldesa Karen Bass ha declarado el estado de emergencia, enfatizando la importancia de acatar las órdenes de evacuación como cuestión de vida o muerte.
El fuego comenzó en Pacific Palisades, una pintoresca área entre la costa del Pacífico y la montaña. Con más de 3,000 acres quemados (1,200 hectáreas), este incendio ha puesto en riesgo 15,000 estructuras. Hasta ahora, el control sobre las llamas sigue siendo inexistente, con los bomberos priorizando evitar que el fuego se expanda.
Los hidrantes en la zona están quedándose sin agua, agravando la situación. Los fuertes vientos han imposibilitado el uso de helicópteros e hidroaviones para combatir las llamas desde el aire, y los esfuerzos por reabastecer los sistemas hídricos han sido insuficientes. Además, los atascos en las carreteras han llevado a muchos residentes a abandonar sus vehículos para huir a pie.
Pacific Palisades también es hogar de numerosas figuras públicas. Entre los evacuados se encuentran actores como Ben Affleck, Jamie Lee Curtis y Mark Hamill. El caos y la incertidumbre dominan, mientras miles de residentes permanecen en albergues y hoteles fuera de las zonas de riesgo.
Residentes en las zonas afectadas por los incendios y fuertes vientos en el área metropolitana de Los Ángeles describen así la situación: “Es como si hubiera un soplete gigante sobre la zona” pic.twitter.com/LueSa1tjYq
— Pascal (@beltrandelrio) January 8, 2025
El segundo incendio más grave, conocido como el fuego de Eaton, ha devastado más de 2,200 acres (900 hectáreas) en Pasadena y Altadena, comunidades al noreste de Los Ángeles rodeadas de vegetación y montañas. Este incendio ha causado las únicas dos muertes confirmadas hasta ahora, y más de 32,000 personas han sido evacuadas.
Pasadena, famosa por su arquitectura y sus museos, enfrenta un grave peligro mientras los bomberos intentan contener el fuego. Las localidades aledañas, como Arcadia y Sierra Madre, también están en alerta máxima.
En el norte del condado de Los Ángeles, Sylmar enfrenta un incendio que ya ha consumido 500 acres (200 hectáreas). El fuego de Hurst se propaga rápidamente, y los esfuerzos de extinción son complicados debido a la topografía montañosa y los vientos cambiantes.
Las consecuencias del desastre no solo han afectado viviendas y vidas humanas, sino también la movilidad y las actividades en todo el sur de California. Las autoridades han cerrado importantes carreteras, como la famosa Pacific Coast Highway y la interestatal 10. Universidades como Pepperdine han suspendido clases, y eventos importantes, como el anuncio de las candidaturas a los premios del sindicato de actores, han sido cancelados.
#HechosDigital Tras avance del incendio registrado en una residencial en Los Ángeles, California, varios pacientes que se encontraban en un hospital de Pasadena fueron evacuados.
— TV Azteca Honduras (@aztecahonduras) January 8, 2025
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La falta de lluvias en diciembre y enero, combinada con la extrema sequedad de la vegetación, ha creado condiciones ideales para la propagación del fuego. Los vientos, que comenzaron superando los 150 km/h desde la mañana del martes, han intensificado la catástrofe, extendiendo las llamas a una velocidad alarmante.
Pese a la cercanía del condado con el océano Pacífico, la baja humedad relativa solo ha agravado el problema. Cada chispazo, incluso el más pequeño, ha provocado incendios masivos. Las autoridades investigan si los fuegos pudieron haber sido iniciados accidentalmente o, peor aún, de manera intencional.
El condado de Los Ángeles vive momentos de desesperación mientras enfrenta una de las peores temporadas de incendios en años. El heroísmo de los bomberos se encuentra con barreras tecnológicas y naturales, mientras los ciudadanos esperan, temen y rezan por un respiro que todavía parece lejano.
En medio de esta devastación, el mensaje de las autoridades es claro: “Huir a tiempo es la diferencia entre vivir y morir.” Los días venideros determinarán cuán profunda será la cicatriz que esta tragedia dejará en la ciudad de Los Ángeles.