Esta enfermedad se caracteriza por causar problemas con la memoria, el pensamiento y comportamiento; por lo tanto, es más común su desarrollo en personas mayores de 65 años, aunque también se ha demostrado su presencia en jóvenes.
Tras años de investigación por parte de expertos impulsada por la revista 'The Lancet', se ha revelado que en América Latina se podría obtener una disminución del 56% de riesgo para su desarrollo, pues sus indicios podrían originarse desde la infancia, por lo tanto, esto podría ayudar a frenar su avance para la edad adulta .
El diagnóstico precoz resulta clave para retrasar el desarrollo de la enfermedad y favorecer una mejor calidad de vida a las personas”, señala el estudio.
Por otro lado, se señaló que la baja educación durante la infancia podría influir hasta un 11% de los casos en América Latina. Posteriormente, se le sumó el consumo de tabaco, sedentarismo, diabetes, poca actividad social y depresión.
Estos factores deben ser atendidos aún más para personas de mayor edad para contar con un diagnóstico más certero, ya que en algunas ocasiones puede confundirse.
La enfermedad puede confundirse por los olvidos que las personas tienen. Hay que distinguir entre olvidos normales y olvidos patológicos”, explicó un especialista de Fleni.
Asimismo, es importante señalar que cuando las personas comienzan a repetir preguntas, comentarios, se olvidan de lo que ya hicieron o cometen más errores y presentan ansiedad, podría ser una señal de alarma.
Con el confinamiento del año pasado, hubo más aislamiento social de las personas, que es uno de los factores de riesgo para las demencias. También fue más difícil el control de enfermedades como hipertensión, diabetes, obesidad, y la gente se movió menos. Es decir, ha sido más sedentaria”, señaló el doctor Juan Alberto Ollari, coordinador del Centro de Neurología Cognitiva del Hospital Británico de Buenos Aires y jefe del servicio de neurología del Hospital Borda de la Ciudad de Buenos Aires .
De acuerdo con Alois Alzheimer, médico psiquiatra alemán, los síntomas de Auguste Deter, mujer de 51 años, lo terminaron por sorprender y fascinar, ya que esta sufría pérdida de memoria de corto plazo y alucinaciones auditivas. Después de cinco años, se supo de su fallecimiento en un asilo de FrankFurt.
Este fue el primer vestigio de pérdida de memoria, pues Alzheimer decidió quedarse con el historial clínico para continuar con los estudios cerebrales. Durante dichos estudios fueron reveladas las placas de amiloide con una acumulación de estructuras fibrilares.