
Las imágenes recorren las redes con una crudeza difícil de ignorar. En medio de una cancha de pádel techada, rodeada por las líneas verdes del terreno y los muros de cristal, un hombre yace en el suelo mientras es pateado y golpeado por varios sujetos. Uno de ellos, con voz agitada, grita: “¡Lo voy a matar!”. El agresor ha sido identificado como Germán Mondragón, empresario y dueño del club Golden Point, hoy señalado penalmente por una brutal agresión que ocurrió durante un torneo recreativo en el club Alfa Pádel, en Atizapán de Zaragoza, Estado de México.
La víctima es Israel Morales Hernández, instructor y también empresario vinculado al deporte. Su denuncia formal, interpuesta la noche del domingo ante la Fiscalía General de Justicia del Estado de México (FGJEM), desató una investigación penal en curso, que ya involucra entrevistas a testigos, revisión de los videos virales, y una indagatoria por posible uso de escoltas armados para obstaculizar la intervención de terceros.
Todo comenzó con una jugada banal. En su propio testimonio, Israel relató que el altercado se originó porque lanzó una pelota hacia los contrarios, sin percatarse de que uno de ellos —Otón Olvera, gerente de otro club deportivo y acompañante de Mondragón— la reclamaba de forma agresiva. “Me dice: ‘Te estoy pidiendo la pelota’, y yo le respondí que no lo había escuchado”, narra el instructor. Lo siguiente fue un desencuentro verbal que escaló de manera súbita. Uno de los jugadores del equipo contrario se brincó la red con la pala en mano, y acto seguido comenzaron los golpes. Escoltas armados bloquearon la entrada de la cancha. Nadie pudo intervenir.
En las grabaciones, tomadas por asistentes del torneo, se observa cómo Germán Mondragón, su hijo y al menos tres escoltas rodean y golpean a Morales en el suelo. También aparece Karla Mondragón —esposa del empresario— exigiendo a la persona que graba que deje de hacerlo, mientras intenta detener a su esposo sin éxito. En uno de los momentos más tensos, se escucha al empresario gritar la amenaza directa: “¡Lo voy a matar!”, mientras patea al instructor indefenso.
Israel no solo quedó lesionado: quedó imposibilitado para trabajar. “Me duelen mucho las rodillas, estoy cojeando, tengo problemas para caminar”, detalló en un video posterior, donde aseguró que su único sustento proviene de las clases de pádel que imparte. “Temo por mi vida y no sé cómo le voy a hacer. Este cuate me amoló por lo menos dos meses”, dijo, responsabilizando directamente a Germán Mondragón y su familia por lo que pueda ocurrirle.
Tras los hechos, la Fiscalía del Estado de México confirmó que abrió una carpeta de investigación y aseguró que recabará declaraciones de testigos, involucrados y personal del club Alfa Pádel. También investiga si los escoltas portaban armas y si hubo participación de seguridad privada sin autorización para labores de contención violenta.
Tanto Alfa Pádel como Golden Point emitieron comunicados intentando deslindarse del escándalo. Alfa Pádel aseguró que activó sus protocolos internos, brindó atención médica a la víctima, escoltó a los agresores hasta la salida y los expulsó del evento. “Queremos dejar absolutamente claro que el propietario del club no estuvo involucrado en el altercado”, señalaron, aludiendo a las primeras versiones que vinculaban a Mondragón como dueño del lugar.
Por su parte, Golden Point trató de suavizar la responsabilidad del empresario, asegurando que los videos mostraban solo una parte del incidente y culpando a una supuesta “actitud hostil” de una persona ajena al club por escalar el conflicto. La contradicción es evidente: Germán Mondragón no solo aparece en los videos como agresor, sino que es públicamente identificado como dueño del club Golden Point. Su esposa, Karla, figura en fotografías institucionales como presidenta de la Fundación Golden Point.
La violencia desatada durante el torneo ha causado indignación nacional. El apodo de “Lord Pádel” circula con fuerza en redes sociales, mientras usuarios piden justicia para el instructor y sanciones ejemplares para quienes participaron en la golpiza. También se ha cuestionado la normalización del uso de escoltas para resolver conflictos personales, así como el uso de la fuerza privada para bloquear el acceso a espacios públicos.
La víctima, mientras tanto, enfrenta la recuperación física y emocional. Las lesiones, según sus propios reportes, le impedirán cualquier actividad física por al menos dos meses. “Yo solo quería jugar y enseñar. No entiendo cómo puede haber gente con tanto poder para hacer esto”, expresó en su testimonio público.
La Fiscalía continúa con la investigación. Hasta el momento, no se ha confirmado si existen órdenes de aprehensión o medidas cautelares contra los agresores. Sin embargo, el caso ya escaló a la opinión pública y visibilizó una escena cada vez más común: la violencia clasista y el abuso de poder, incluso dentro de espacios recreativos, deportivos y familiares.
Israel Morales Hernández no solo fue víctima de una agresión. Fue víctima de la impunidad con la que ciertos empresarios actúan... y de un entorno donde el juego terminó siendo lo menos importante.