Una situación que no es nueva. Una crisis que ya se viene arrastrando de tiempo atrás. La única verdad es que Michoacán está ahogado en ríos de pólvora, lumbre, armas y narcotráfico.
A una semana del atentado con un coche bomba que dejó cinco personas muertas y 12 más heridas, cientos de habitantes de Coahuayana, Michoacán, salieron a las calles para exigir el cese de la violencia que azota a esta región de la Costa-Sierra michoacana. Al frente del contingente avanzaba un sacerdote, ataviado con sotana morada, acompañado de una corona y una paloma elaboradas con flores.
La movilización estuvo integrada en su mayoría por feligreses católicos, quienes, vestidos de blanco, portaban flores y entonaban algunas oraciones como símbolo de paz. Durante la marcha, los manifestantes demandaron a las autoridades acciones contundentes para frenar la narcoviolencia, luego del ataque perpetrado frente a la sede de la Policía Comunitaria.
La marcha concluyó en la Glorieta de la Paz, ubicada en la cabecera municipal, en una zona limítrofe entre Michoacán y Colima.
De acuerdo con reportes periodísticos, Coahuayana, junto con los municipios de Aquila y Chinicuila, forma parte de un corredor estratégico disputado por grupos criminales que buscan controlar rutas hacia el Pacífico, utilizadas para el trasiego de drogas, armas y mercancía ilegal. Esta pugna ha derivado en enfrentamientos constantes y el desplazamiento forzado de habitantes.
Esta movilización nos hace recordar a las marchas registradas en Sinaloa, otra de las entidades con mayores índices de inseguridad.
Pero esto solo es una parte. En Morelia también hubo una concentración a poco más de un mes del asesinato del presidente municipal de Uruapan, Carlos Manzo, aunque cabe señalar, que la jornada en este municipio fue con muy poca participación. Sin embargo, las exigencias son las mismas, un alto a la violencia y la corrupción.
Mientras las protestas se llevaban a cabo, el gabinete de seguridad nuevamente dio sus datos, resaltó sus avances en materia seguridad sobre todo en el contexto del Plan Michoacán por la Paz y la Justicia y el Plan Paricutín.
Según el informe, las detenciones de generadores de violencia continúan, aunque, también es cierto, las quejas y denuncias continúan por la delincuencia que no para. Son muchos resultados favorables que dan, pero los hechos delictivos parecen no tener fin.