
La mano izquierda de Hailey Bieber no llevaba nada… ni siquiera ese anillo que por años fue su símbolo más visible de compromiso. Era jueves 19 de junio por la mañana cuando salió caminando por las calles de West Village, en Nueva York, rumbo a un discreto desayuno en The Commerce Inn. Vestía casual: gabardina caqui, gafas oscuras, camiseta negra y shorts de mezclilla. Pero lo que más llamó la atención no fue su ropa. Fue la ausencia de una joya de más de medio millón de dólares, la misma con la que selló su unión con Justin Bieber en 2018.
Horas después, la escena se repitió. Hailey reapareció en el Upper East Side, esta vez en una salida nocturna con amigas —Suki Waterhouse y Camila Morrone— en el restaurante Chez Fifi. Lucía un abrigo de cuero negro, top de cuello alto, jeans anchos. De nuevo, sin anillo.
Las imágenes comenzaron a circular en redes sociales. En menos de un día, ya se hablaba de crisis, de distancia, de una posible separación. El matrimonio Bieber, otra vez, bajo la lupa. Justin Bieber no dio declaraciones, pero horas después compartió una historia en Instagram con un mensaje críptico:
“Si me estás dando el tratamiento silencioso, al menos dime por qué.”
Para sus seguidores, no fue una coincidencia. Venía de días raros. De apariciones públicas por separado. De rumores que nunca terminan de irse.
Hailey reapareció al día siguiente con el anillo puesto, pero ya era tarde: la duda estaba sembrada. ¿Por qué lo quitó justo ese día? ¿Por qué reaparece solo cuando el ruido sube?
El matrimonio de Hailey y Justin ha estado marcado por contrastes. Se casaron jóvenes, discretamente, y luego repitieron ceremonia entre amigos y flashes. En 2024, nació su primer hijo: Jack Blues Bieber, un bebé que muchos creyeron marcaría un nuevo comienzo. Pero las grietas no se han cerrado del todo.
En marzo de este año, Hailey dejó de seguir a Justin en Instagram. La acción fue detectada en minutos. Su equipo atribuyó el hecho a un “error técnico” tras reactivar la cuenta del cantante, pero la versión dejó más dudas que certezas.
El mes pasado, en una entrevista para Vogue, Hailey habló con dureza sobre el escrutinio mediático:
“Pensé que después de siete años ya se habría calmado, pero no. Crees que después de tener un hijo la gente se relajaría un poco, pero supongo que esas perras van a seguir enojadas.”
Más que aclarar, sus palabras reflejaron frustración y cansancio. La presión constante, los comentarios, las suposiciones… todo parece seguir afectando una relación que, desde fuera, ya no luce como antes.
Del otro lado, Justin Bieber tampoco atraviesa su mejor momento. Fuentes cercanas al cantante han descrito que “está pasando por una etapa complicada”. Lo han visto fumando marihuana en público, alejado de eventos, e incluso con episodios erráticos.
Los fanáticos, divididos entre la esperanza y el escepticismo, observan con atención. Algunos piden respeto por la privacidad de la pareja. Otros cuestionan por qué, si todo está bien, las señales públicas son tan contradictorias.
La historia del anillo va más allá de un accesorio. Para quienes han seguido de cerca la evolución de su matrimonio, ese gesto encapsula una pregunta más profunda: ¿siguen juntos por convicción… o por costumbre?