El Fondo Monetario Internacional (FMI) publicó sus previsiones de crecimiento para las economías mundiales en 2024 y 2025, destacando un panorama de estabilidad moderada. Según estas proyecciones, el crecimiento global se mantendrá en torno al 3.2% en 2024 y se espera que continúe en esa misma línea para 2025. Aunque el panorama no presenta una expansión explosiva, el FMI anticipa una recuperación sostenida en varios sectores, con variaciones importantes entre países y regiones.
En el caso de las economías más grandes, se prevé que China y Estados Unidos continúen liderando el crecimiento global. China, la segunda mayor economía del mundo, espera una expansión del 4.8% para 2024. Este crecimiento, aunque inferior a su ritmo histórico, sigue siendo significativo, impulsado principalmente por la recuperación del consumo interno y el fortalecimiento del sector industrial. Por otro lado, Estados Unidos, la economía más grande del planeta, espera cerrar el año con un crecimiento del 2.8%, apoyado por la inversión en infraestructura y la resiliencia del mercado laboral.
América del Norte presenta un panorama mixto. Canadá, con una economía altamente dependiente del comercio internacional y los recursos naturales, se enfrenta a un crecimiento más moderado del 1.3% para el 2024. Este aumento modesto está vinculado a la desaceleración de la demanda externa y la estabilidad en los precios del petróleo. México, por su parte, espera una expansión del 1.5%, impulsada por el comercio con Estados Unidos, particularmente en el sector manufacturero. A pesar de las presiones inflacionarias y los desafíos logísticos, México ha mantenido su competitividad como un importante exportador en la región, aunque las tasas de crecimiento se ven limitadas por factores internos, como la incertidumbre política y los bajos niveles de inversión.
En América Latina, Brasil se destaca como una de las economías con mejor desempeño, con un crecimiento proyectado del 3.0% en 2024. Este repunte está ligado a las reformas estructurales y una política monetaria que ha logrado contener la inflación, junto con un sector agrícola fuerte y un mercado interno que comienza a reactivarse después de varios años de dificultades económicas. A pesar de los avances, la región en su conjunto sigue enfrentando retos significativos, como la inestabilidad política y la falta de infraestructura adecuada, lo que limita las perspectivas de crecimiento a largo plazo.
A nivel global, el FMI prevé que la economía se mantenga estable en 2024, con una tasa de crecimiento del 3.2%, reflejando la desaceleración que muchos países han experimentado después de la recuperación post-pandemia. Sin embargo, también existen factores positivos que podrían mejorar estas proyecciones, como el avance en tecnologías verdes, la digitalización, y las políticas públicas enfocadas en la sostenibilidad y la innovación.
El comercio internacional sigue siendo un pilar clave para la expansión económica, aunque las tensiones geopolíticas y las medidas proteccionistas en algunos países representan un riesgo para la estabilidad del crecimiento global. La guerra comercial entre Estados Unidos y China, aunque menos intensa que en años anteriores, continúa siendo una fuente de incertidumbre, al igual que los conflictos en otras partes del mundo que afectan las cadenas de suministro y los precios de las materias primas.
En Europa, las principales economías como Alemania y Francia también presentan perspectivas de crecimiento moderadas. La economía alemana, la más grande de la región, espera un crecimiento del 1.2% en 2024, mientras que Francia proyecta un 1.5%. Estas cifras, aunque positivas, reflejan el impacto de la crisis energética y la guerra en Ucrania, que han generado presiones inflacionarias y han afectado la confianza empresarial en la región.
A nivel general, los organismos internacionales como el FMI subrayan la necesidad de que los países adopten políticas fiscales y monetarias prudentes para mitigar los riesgos externos y fomentar un crecimiento inclusivo y sostenible. La inversión en educación, tecnología y transición energética son áreas clave para mantener el dinamismo económico en un entorno global cada vez más desafiante.
En resumen, aunque las perspectivas para 2024 y 2025 apuntan a una economía global estable, las tasas de crecimiento serán modestas en comparación con los picos de recuperación post-pandémica. Los países deberán navegar con cautela los desafíos actuales para asegurar un crecimiento sostenido en los próximos años.