A los 24 años, el jalisciense Armando Becerra Hernández ya puede presumir algo que pocos científicos logran en toda una vida: ver su invento viajar más allá de la Tierra. El pasado 20 de octubre, un material desarrollado por él fue lanzado al espacio por la NASA, en colaboración con la Agencia Japonesa de Exploración Aeroespacial (JAXA). Su creación podría cambiar la forma en que los astronautas se protegen de la radiación cósmica.
Originario de Tlaquepaque, Jalisco, Armando creció mirando al cielo con la esperanza de algún día llegar más lejos que las nubes. Su inspiración nació cuando era niño y vio Interestelar junto a su padre:
“Pensé: no me gustaría morir sin haber salido del planeta Tierra. Desde entonces supe que quería dedicarme al espacio”, recuerda.
Durante su paso por la Universidad de Guadalajara, Becerra destacó por su disciplina y su fascinación por la ciencia. Esa pasión lo llevó a participar en el International Air and Space Program (IASP), un concurso internacional que reta a jóvenes de todo el mundo a resolver problemas reales de la exploración espacial.
Su propuesta: un escudo ultraligero contra la radiación cósmica, diseñado con estructuras de cemento incrustadas en polímeros livianos. El material ofrece la misma protección que los escudos actuales, pero con una fracción del peso, lo que representa un ahorro enorme en costos de lanzamiento.
Aunque su equipo no obtuvo el primer lugar, logró algo más importante: una alianza con la empresa E-Cyrus, asociada con la NASA, que decidió financiar y lanzar su proyecto al espacio.
"Saber que algo en lo que trabajé con mis manos ahora está fuera del planeta es un sueño cumplido”, dice emocionado.
Lejos de conformarse, Armando ha decidido compartir su conocimiento. Hoy imparte clases de química en el Colegio Nueva Galicia Revolución, donde inspira a jóvenes de entre 16 y 18 años a interesarse por la ciencia.
“Al principio mis alumnos me confundían con un compañero, pero cuando supieron de mi trabajo con la NASA, me empezaron a ver distinto. Hoy me llena de orgullo verlos interesados en el espacio y en la ciencia”, cuenta entre risas.
Lejos de conformarse, Armando ha decidido compartir su conocimiento. Hoy imparte clases de química en el Colegio Nueva Galicia Revolución, donde inspira a jóvenes de entre 16 y 18 años a interesarse por la ciencia.
“Al principio mis alumnos me confundían con un compañero, pero cuando supieron de mi trabajo con la NASA, me empezaron a ver distinto. Hoy me llena de orgullo verlos interesados en el espacio y en la ciencia”, cuenta entre risas.
Armando reconoce que su familia ha sido clave en su trayectoria.
“Mi papá siempre me dijo que me apoyaría en lo que soñara, y ahora presume mi foto en la NASA. Mi mamá aún no lo asimila, pero está muy orgullosa”, comenta.
Actualmente, participa en una nueva convocatoria internacional organizada por Space Hero, que podría llevarlo a entrenarse como astronauta en Houston, Texas y realizar un vuelo suborbital el próximo año.
Aun así, su sueño más grande no es quedarse fuera del país, sino volver para contribuir al desarrollo científico mexicano.
“Quiero regresar y aportar. México necesita sumarse a la nueva era espacial. No podemos quedarnos atrás.”
Armando Becerra
Para Armando, la ciencia no es un privilegio, sino una herramienta para transformar vidas.
“No se trata solo de lanzar cosas al espacio. La ciencia tiene que llegar a todos: a los estudiantes, a las familias, a la gente de a pie. No es solo para genios, es para quien tenga curiosidad.”
Su historia, asegura, no es la de un genio, sino la de un joven que se atrevió a soñar en grande:
“No creo que mi historia sea extraordinaria. Solo tuve una idea, creí en ella y trabajé hasta hacerla realidad. Si más jóvenes se atreven, México puede alcanzar las estrellas.”