Un sismo de magnitud 7.6 sacudió la mañana del martes 8 de diciembre la costa noreste de Japón, frente al océano Pacífico. El epicentro fue detectado en altamar, cerca de la prefectura de Miyagi, generando una alerta de tsunami que movilizó a miles de personas. Las autoridades ordenaron la evacuación inmediata en varias prefecturas costeras, incluyendo Miyagi, Fukushima, Iwate y parte de la región de Tōhoku. Más de 100 mil habitantes recibieron la orden de trasladarse a zonas seguras.
Según los reportes, el sismo provocó fuertes sacudidas en localidades como Sendai y áreas costeras adyacentes; en algunas zonas se reportaron apagones eléctricos, interrupción de servicios ferroviarios y suspensión de ferris de transporte marítimo, como medidas precautorias ante el riesgo de tsunami.
Durante varias horas, equipos de monitoreo oceánico como boyas y radares costeros siguieron de cerca el nivel del mar. Aunque se temía un oleaje de varios metros, las olas registradas en las costas fueron inferiores a lo proyectado; en muchos puntos no superaron los 2 metros sobre la marea alta. Esa discrepancia permitió que, tras evaluar los datos, las autoridades declararan la cancelación de la alerta de tsunami unas horas después del sismo.
Hasta el cierre de los reportes oficiales, no se han confirmado víctimas fatales y la suma de heridos llega a 30 sin lesiones graves. Las autoridades informan que los daños materiales son mínimos y se concentran en alteraciones menores: ventanas rotas, muelles afectados, cortes de electricidad temporal y algunas rupturas en muros costeros. Las personas evacuadas pudieron regresar a sus hogares tras la cancelación de la alerta, aunque mantienen vigilancia. Las autoridades de protección civil de las prefecturas involucradas han pedido a la población mantener la calma y supervisar posibles réplicas del sismo.
Aun cuando el resultado fue relativamente benigno gracias a la respuesta rápida de las autoridades y los sistemas de alerta, reafirma la necesidad permanente de protocolos de evacuación, mantenimiento de infraestructura antisísmica y educación comunitaria. La coordinación entre monitoreo sísmico, alertas de tsunami y evacuaciones resultó clave para evitar una tragedia.