
El estudio, publicado en la revista médica European Journal of Nutrition, demostró que si bien, el motivo no es la cafeína, otros componentes en el café como los ácidos fenólicos, diterpenos o ácidos clorogénicos tienen efectos antioxidantes, antiinflamatorios y antitumorales.
La investigación, detallaron los científicos, contó con la participación de 10 mil 812 mujeres, quienes proporcionaron información sobre sus hábitos de vida como el ejercicio físico, historial médico y frecuencia de consumo de 136 alimentos, entre ellos el café.
Las mujeres, que al principio estaban libres de dicha enfermedad, fueron repartidas en dos grupos: uno que consumía más de una taza de café y aquellas que tomaban una taza o menos; luego de 10 años, tiempo en el que fueron evaluadas, se confirmaron 101 casos de cáncer de mama.
Los resultados no han encontrado una asociación entre el consumo de café y el cáncer de mama, sin embargo, se halló que tomar más de una taza al día reduce el riesgo de esta enfermedad en mujeres postmenopáusicas, señalaron.
El cáncer de mama es “un tumor desafiante para la salud de las jóvenes mexicanas”, ya que es el más diagnosticado en las mujeres de 40 años o menos y la principal causa de muerte en este grupo de edad, señaló Liliana Gómez Flores Ramos, investigadora del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).
Indicó que en el país se presentan alrededor de tres mil casos anuales en población juvenil y que las mujeres diagnosticadas con cáncer de mama en México son en promedio 10 años más jóvenes que las que reciben esta misma noticia en Canadá y Estados Unidos.
Que los tumores mamarios representen un desafío para la salud de las jóvenes, se debe también a que en ellas crecen más rápido y son más agresivos y a que suelen ser diagnosticados en etapas más avanzadas, abundó la autora del proyecto "Biomarcadores moleculares en mujeres jóvenes con cáncer de mama".
Al respecto, refirió que estudios realizados en el Instituto Nacional de Cancerología muestran que las mujeres jóvenes presentan mayor retraso en el diagnóstico en comparación con las mujeres mayores de 40 años, lo que se explica por la falta de sospecha de cáncer en el primer servicio de salud consultado.
La especialista destacó que, en las mujeres jóvenes, los antecedentes familiares de cáncer son el factor de riesgo más importante, por lo que en estos casos el “diagnóstico genético permite tomar decisiones informadas sobre el seguimiento y tratamiento” y también “posibilita la identificación de familiares portadores de la mutación para tomar medidas de prevención primaria”.
Flores Ramos recomendó acompañamiento psico-oncológico para estas pacientes, quienes suelen experimentar angustia y depresión, asociados con las intervenciones oncológicas, con la amenaza continua de recurrencia de la enfermedad y de muerte y particularmente con la vulnerabilidad que sienten al ser diagnosticadas en una etapa donde están consolidando proyectos profesionales, personales y familiares.
Asimismo, informó que un estilo de vida saludable que incluya actividad física, baja ingesta de grasas y alimentos procesados y que evite el consumo de tabaco y alcohol puede disminuir el riesgo de cáncer de mama hasta 50 por ciento, mientras que la lactancia materna durante un año lo reduce 4.3 por ciento.
“La creciente incidencia y mortalidad de cáncer de mama entre las mujeres latinoamericanas jóvenes es un llamado a la acción de programas nacionales enfocados en la lucha contra el cáncer de mama. Además, se deben implementar unidades especializadas para brindar una mejor atención a este grupo de mujeres altamente vulnerable”, apuntó la investigadora.
Con información de: Notimex