El anuncio cayó de golpe. El Departamento de Transporte de Estados Unidos canceló trece vuelos del AIFA con destino a su territorio y lo hizo sin previo aviso. En Palacio Nacional, la noticia encendió las alarmas diplomáticas.
Horas más tarde, Claudia Sheinbaum Pardo salió ante los medios. Su tono era seco, sin rodeos. “México no es piñata de nadie; a México se le respeta”, dijo. Y con esa frase marcó la postura de su gobierno ante Washington.
La presidenta consideró la medida una decisión unilateral y exigió explicaciones. Ordenó al canciller Juan Ramón de la Fuente comunicarse con Marco Rubio, secretario de Estado, y con el titular del Departamento de Transporte. “No estamos de acuerdo con esta decisión. No tiene fundamento técnico. No vaya a ser que haya un interés político o de favorecer a ciertas empresas”, advirtió.
Una reacción sin protocolos
En los pasillos de la Secretaría de Relaciones Exteriores, los teléfonos no dejaron de sonar. El equipo del canciller preparaba notas diplomáticas, llamadas, borradores. En el tablero: las rutas del AIFA que Estados Unidos pretendía frenar y los argumentos jurídicos para rebatirlas.
Sheinbaum habló de inmediato con su gabinete económico. Instruyó a Andrea Marván, de la Comisión Nacional Antimonopolio, a revisar si la decisión estadounidense afectaba la libre competencia. “Queremos saber si no están usando pretextos regulatorios para proteger a sus aerolíneas”, dijo.
El gobierno mexicano detectó dos motivos detrás del veto: el decreto que trasladó las operaciones de carga del AICM al AIFA, emitido en la administración anterior, y la distribución de horarios de despegue y aterrizaje en la capital. Para Sheinbaum, ninguno justifica la medida. “El traslado fue una decisión soberana y de seguridad. El AICM estaba saturado. En el AIFA, las empresas tienen más espacio, mejor operación y no hay quejas.”
Entre el diálogo y la tensión
La mandataria recordó que días antes había hablado con Donald Trump por teléfono. Según su versión, la llamada fue cordial. “Acordamos que no se impondrán aranceles el primero de noviembre y que seguiremos trabajando coordinadamente”, relató. Por eso, añadió, “resulta inexplicable que ahora tomen medidas unilaterales.”
En su conferencia, Sheinbaum insistió en el respeto mutuo. “Hemos tenido buena relación con las instituciones del gobierno estadounidense, incluida la presidencia. Queremos mantenerla. Pero las decisiones sobre México se toman en México.”
Mientras ella hablaba, en el AIFA los vuelos seguían saliendo. Pasajeros de Aeroméxico, Viva Aerobus y Volaris revisaban pantallas sin notar diferencia. La suspensión afectaba los nuevos vuelos, no los itinerarios vigentes.
Defensa del AIFA
Sheinbaum defendió el funcionamiento del aeropuerto de Santa Lucía. “El AIFA está creciendo bien. Es seguro, moderno y cumple con todos los estándares.” Recordó que el traslado de carga fue una medida preventiva. “En el Benito Juárez ya había saturación. Se ponía en riesgo a pasajeros y tripulaciones. Hoy las empresas operan con normalidad.”
Reiteró que el gobierno busca “un diálogo técnico, no político” para resolver la controversia. Y anunció una reunión con directivos de Aeroméxico, Viva Aerobus y Volaris para el viernes, con el fin de conocer su postura y acordar un frente común.
Lectura política
Dentro del gabinete, algunos ven el caso como una advertencia. Estados Unidos, dicen, quiere presionar a México en temas comerciales. Otros lo atribuyen a presiones de aerolíneas estadounidenses inconformes con la expansión del AIFA. Sheinbaum no lo descartó: “No vaya a ser que haya intereses de otro tipo. Puede ser político, puede ser empresarial. Pero no aceptaremos medidas injustificadas.”
El equipo del canciller De la Fuente prepara una reunión formal en Washington. Se buscará incluir al secretario de Transporte y presentar los argumentos técnicos que acreditan el cumplimiento de la normatividad mexicana. “El objetivo es resolver esto con diálogo, pero sin ceder soberanía”, señalaron fuentes diplomáticas.
Soberanía y mensaje final
El mensaje de Sheinbaum fue breve pero contundente. “México no es piñata de nadie. Defendemos nuestro derecho a decidir sobre nuestros aeropuertos, nuestras rutas y nuestras normas. Queremos entendimiento, no imposiciones.”
El eco de su frase llegó hasta el propio AIFA, donde empleados revisaban itinerarios y descargaban contenedores. “Todo sigue igual, no hay caos”, comentó un supervisor de carga. En las pantallas de salida, los destinos a Texas y California continuaban en verde.
El gobierno mexicano espera que la reunión bilateral se realice la próxima semana, una vez que los funcionarios estadounidenses regresen de Asia. Hasta entonces, la consigna es una sola: defender la soberanía mexicana sin romper el diálogo.
Porque, como repitió la presidenta, mirando directo a las cámaras: “México no es piñata de nadie. A México se le respeta.”