El amanecer sorprendió al Zócalo capitalino entre ruidos metálicos, trabajadores descargando láminas y martillazos que rebotaban contra los muros de Palacio Nacional. En cuestión de horas, una muralla de tres metros de altura rodeó la sede del poder presidencial y parte del corredor de Reforma.
El cerco se montó de madrugada y sin previo aviso. Al despuntar el día, la imagen ya circulaba en redes: el Palacio blindado, la plancha dividida y los accesos cerrados.
Desde Presidencia, se informó que el operativo tiene carácter preventivo ante el aviso de movilizaciones de grupos magisteriales y colectivos feministas. La medida busca resguardar la integridad de civiles, elementos de seguridad y el patrimonio histórico del primer cuadro de la ciudad.
La instalación comenzó entre la noche del martes y la madrugada del miércoles. Camiones de la Secretaría de Obras y Servicios colocaron las estructuras metálicas frente a la Catedral, mientras elementos de la Guardia Nacional y de la Secretaría de Seguridad Ciudadana aseguraban los accesos al Zócalo.
A las seis de la mañana, la plaza amaneció completamente rodeada. El tránsito sobre 5 de Mayo, Moneda y 20 de Noviembre fue desviado hacia Isabel la Católica. Paseo de la Reforma también quedó acordonado, con vallas a la altura del Ángel de la Independencia y patrullas estacionadas en los principales cruces.
Durante las primeras horas, los peatones mostraron sorpresa ante la instalación, mientras comerciantes afirmaban que la medida era una respuesta a la convocatoria de nuevas protestas.
En redes sociales, los hashtags #MurallaDePalacio y #ZócaloBlindado se volvieron tendencia nacional. Diversos sectores calificaron la acción como un exceso de precaución, mientras organizaciones civiles señalaron que el uso recurrente de vallas limita el derecho al libre tránsito y la protesta social.
La Secretaría de Seguridad aclaró que el cerco es temporal y que se mantendrá activo hasta que las condiciones lo permitan.
Desde 2020, los cercos metálicos se han convertido en parte del paisaje político del centro histórico. Cada 8 de marzo, durante bloqueos de la CNTE o actos conmemorativos masivos, el Palacio Nacional es reforzado con vallas metálicas.
En mayo pasado, una protesta magisterial que bloqueó los accesos a la Conferencia Mañanera llevó al gobierno federal a establecer un protocolo permanente de seguridad perimetral. Desde entonces, cada alerta de movilización activa el mismo esquema: cierre de paso, levantamiento de cercos y vigilancia continua.
El operativo de esta semana incluye 450 elementos de seguridad, 80 cámaras de videovigilancia y drones sobrevolando la zona centro. De acuerdo con Presidencia, las vallas se retirarán una vez que concluyan las manifestaciones previstas y se garantice la normalidad en el Zócalo.
El blindaje de Palacio Nacional vuelve a dividir opiniones: para unos, una medida de prevención; para otros, un símbolo de la distancia entre el poder y la ciudadanía.