En la masacre de 20 personas en San Miguel Totolapan, el Gobierno federal tuvo un diagnóstico de lo ocurrido en menos de 24 horas… Dio nombres de líderes delictivos, zonas de operaciones, trazabilidad de sus negocios y hasta el contexto de la disputa entre los grupos delictivos “La Familia Michoacana” y “Los Tequileros”… Imaginen que así, con esa velocidad, precisión e información hubieran hecho algo para evitar que esas 20 personas fueran asesinadas…
Pero no… La inteligencia del Estado mexicano se hace presente sólo después de la tragedia… Sólo después de las masacres, que este gobierno insiste en decir que no existen… Pero que de acuerdo con la organización Causa en Común, se contabilizan al menos 350 en este año…
No Presidente… Querer controlar la narrativa no equivale a manipular la realidad… Ahí están los datos… Ahí están las familias cubriendo a sus muertos que quedaron en el piso… Ahí están las madres rascando la tierra buscando a sus desaparecidos… Ahí están las víctimas haciendo marchas y gritándole detrás de las vallas que coloca en Palacio Nacional… Ahí están, pero usted ha elegido no verlas ni oírlas… A todas esas víctimas las arrojó al saco de sus opositores… De los fifís, de los conservadores… Pero lo único que no pudieron conservar con este gobierno fue su tranquilidad…
Es incuestionable… La inteligencia del Estado mexicano no ha servido para evitar masacres como las de Totolapan, Caballo Blanco, Zinapécuaro, Reynosa o la de la familia LeBarón… Y la lista sigue y sigue… La mayoría impunes… Todas esperando justicia… Quizá lo que pasa es que el gobierno no tiene tiempo para hacer labores de inteligencia que prevengan tragedias, porque está demasiado ocupado poniendo al Ejército a vigilar a colectivas feministas, que para el gobierno representan un peligro a la seguridad nacional, tanto como el Cártel Jalisco Nueva Generación, según documentos filtrados por el grupo de hacktivistas “Guacamaya”…
O quizá no le da tiempo para hacer verdadera Inteligencia, porque se pone a espiar los celulares de periodistas, como Ricardo Raphael, y defensores de derechos humanos, como Raymundo Ramos o Javier Sicilia… Y en los documentos filtrados por Guacamaya hay revelaciones muy duras porque tocan al círculo cercano del Presidente… El Ejército sospecha de Daniel Asaf, su jefe de la Ayudantía, por supuestos actos de corrupción, luego de que se reuniera con un exmilitar, a quien el actual gobierno otorgó contratos millonarios… ¿No que en este sexenio ya no había corrupción?...
Porque sí, este gobierno compró y usó un software espía… Pero aún con las pruebas frente a sus ojos, el Presidente aseguró que en el Ejército no hacen espionaje, sólo labores de inteligencia… Eso es a todas luces mentira…
Una y otra vez el Presidente le ha lavado la cara al Ejército… Tanto, que traicionó su palabra de dar justicia en el caso Ayotzinapa, una vez que las investigaciones comenzaron a apuntar cada vez más y más a militares… De hecho, los Guacamaya Leaks dieron cuenta de que se puso en marcha una “operación limpieza”, para evitar dañar la imagen de elementos del Ejército involucrados…
En esa institución ha recargado tanto su administración el Presidente, al punto que el Congreso donde su partido es mayoría, logró ampliar sus atribuciones en tareas de seguridad pública hasta 2028… Les incrementó el financiamiento sin candados de fiscalización… Y les otorgó la administración y control operativo de la Guardia Nacional… Hoy por hoy las Fuerzas Armadas hacen 243 tareas que antes estaban en manos de civiles… Las cosas han llegado a tal nivel que el miércoles, el Presidente tuvo que descartar en su mañanera que un militar sea propuesto como candidato a la Presidencia…
Y así la Cuarta Transformación… Donde se hacen labores de inteligencia que no sirven para cuidar a la ciudadanía… Que niega el espionaje cuando la evidencia es arrolladora… El Presidente ha llegado al punto de no sólo defender lo indefendible… Sino de defender lo aborrecible… Y faltan dos años más…