
Apenas habían pasado unas horas desde que comenzó la cumbre del G7 en las Montañas Rocosas canadienses cuando el presidente Donald Trump decidió suspender su participación. La reunión, convocada para abordar temas económicos y geopolíticos entre las potencias más industrializadas del mundo, fue interrumpida abruptamente por una prioridad que crece con velocidad: el conflicto entre Israel e Irán.
“Tengo que regresar lo antes posible”, declaró Trump a los periodistas que lo seguían en su visita a Kananaskis, Alberta, poco antes de abordar el avión presidencial de vuelta a Washington. La Casa Blanca confirmó horas después que el presidente estadounidense había cancelado su agenda en Canadá para encabezar una reunión urgente con su Consejo de Seguridad Nacional.
No hubo más detalles, pero el mensaje había sido lanzado poco antes a través de Truth Social, la red del propio Trump: “¡Todos deben evacuar Teherán inmediatamente!”. Una advertencia sin contexto, sin explicación, que bastó para encender las alarmas internacionales.
De la mesa del G7 al centro de crisis
Desde el viernes pasado, el conflicto entre Israel e Irán ha escalado rápidamente. Intercambios de misiles, decenas de muertos, tensión diplomática y una creciente presión sobre Teherán para frenar su programa nuclear. En ese escenario, Trump llegó a Canadá con una prioridad visible, aunque no dicha: medir el respaldo internacional ante una posible intervención mayor en Medio Oriente.
Durante las primeras horas de la cumbre, sostuvo una reunión bilateral con el primer ministro canadiense Mark Carney. También tuvo contactos con líderes de Europa, India, Sudáfrica y Australia, países invitados como observadores. Pero al mediodía del lunes, el tono cambió.
“Creo que Irán ya está en la mesa de negociaciones donde quiere llegar a un acuerdo... y tan pronto como me vaya de aquí, haremos algo”, dijo Trump a un pequeño grupo de periodistas antes de retirarse del lugar. La frase no estaba en el guion, pero resumía su urgencia.
Advertencia y presión directa
Funcionarios estadounidenses confirmaron más tarde que el presidente había ordenado a su enviado para Medio Oriente, Steve Witkoff, iniciar contactos inmediatos con autoridades iraníes o sus intermediarios. El mensaje buscaba presionar públicamente a Irán mientras se mantenían líneas de diálogo paralelas, con el objetivo de explorar un alto al fuego con Israel.
Según fuentes diplomáticas, Trump también compartió con líderes del G7 que su equipo trabaja en una propuesta para reabrir canales directos con Teherán, pese a que públicamente ha mantenido un discurso de máxima presión. “Tienen que llegar a un acuerdo”, reiteró.
El G7 emite postura común... con la firma de Trump
Antes de abandonar el encuentro, Trump se negó inicialmente a firmar la declaración conjunta que estaban preparando los jefes de Estado del G7. Pero en un giro de último momento, el documento fue emitido con el respaldo unánime de todos los líderes, incluida la delegación estadounidense.
“Instamos a que la resolución de la crisis iraní conduzca a una desescalada más amplia de las hostilidades en Medio Oriente, incluido un alto el fuego en Gaza”, señala el comunicado final. La declaración, según fuentes del gobierno canadiense, fue validada directamente por el presidente estadounidense antes de su salida del país.
Una agenda interrumpida y un clima de incertidumbre
Trump tenía previsto permanecer en Canadá hasta el martes por la noche. La agenda incluía una serie de encuentros bilaterales y temas económicos. Pero la escalada militar en Medio Oriente lo obligó a cambiar el foco de manera inmediata.
Según un funcionario del Departamento de Estado, Trump mantuvo durante el fin de semana contacto constante con el equipo de seguridad nacional y con asesores militares, quienes le informaron sobre el avance de las fuerzas israelíes y las condiciones en Teherán. La advertencia pública, dijeron, no fue improvisada.
A su llegada a Washington, Trump se reunirá con su gabinete de seguridad y con el director de la CIA. El objetivo inmediato: evaluar el nivel de riesgo para personal diplomático estadounidense en la región y determinar si la vía diplomática sigue siendo viable.