
El billete azul de 20 pesos —el más común, el más gastado, el que pasaba de mano en mano en todo el país— comenzó a desaparecer. El Banco de México ordenó su retiro el 10 de octubre de 2025, tras publicarlo en el Diario Oficial de la Federación. Desde ese día, las instituciones financieras tienen prohibido devolverlo a los usuarios. Cada ejemplar que llegue a un banco será etiquetado y enviado para su destrucción.
Apareció por primera vez en agosto de 2007. En el frente, Benito Juárez con gesto solemne; al reverso, la entrada triunfal a la Ciudad de México. Durante casi dos décadas fue parte de la rutina nacional: el cambio del camión, el pan de la mañana, la propina en la fonda o el pago de una fotocopia. Un billete de uso diario que, sin hacer ruido, definió el pulso de la economía mexicana.
La medida busca reemplazar los billetes de baja denominación por monedas más duraderas y seguras, reducir los costos de impresión y combatir la falsificación. “Dejará de circular, pero seguirá teniendo valor mientras permanezca en uso”, precisó el Banco de México. El proceso será gradual. No habrá una fecha de caducidad inmediata: los billetes continuarán siendo válidos para cualquier pago o depósito hasta que salgan del sistema financiero. Cuando regresen a una ventanilla bancaria, serán separados del resto y enviados a las bóvedas del banco central para su destrucción.
La sustitución no afectará a los usuarios. El billete azul será reemplazado por las monedas de 20 pesos —incluidas las ediciones conmemorativas—, que ya circulan con materiales más resistentes y diseños renovados. Su vida útil es mucho mayor y su costo de producción, menor. Detrás de esta decisión hay una lógica técnica, pero también un cambio simbólico. México deja atrás uno de los billetes más emblemáticos de su historia reciente, aquel que acompañó a millones de transacciones pequeñas, discretas, cotidianas.
El retiro coincide con la consolidación de la familia G de billetes, que incluye las denominaciones de 50, 100, 200, 500 y 1,000 pesos. Estas piezas incorporan polímeros de última generación y sistemas antifalsificación.
El billete de 20 pesos se va sin ceremonia. No habrá homenajes ni reediciones. Simplemente desaparecerá conforme avance el retiro. Pero quedará en la memoria: doblado en los bolsillos, arrugado en las carteras, cambiado por café o pan dulce. Fue, durante casi dos décadas, el rostro más cercano del dinero mexicano.