Este primero de diciembre se registró el cierre del agujero en la capa de ozono sobre la Antártida, según reportó el Servicio de Monitoreo Atmosférico de Copernicus (CAMS). Es la primera vez desde 2019 que ocurre un cierre tan rápido, además, el tamaño del agujero fue el menor en los últimos cinco años, lo cual, significan grandes noticias.
Primero, es necesario entender que la capa de ozono es una franja de la estratosfera que contiene moléculas de ozono y que actúa como filtro natural del Sol. Es decir, impide que la radiación ultravioleta más dañina llegue con exceso a la superficie terrestre. Esa radiación puede causar cáncer de piel, daños al sistema inmunológico y afectar los ecosistemas. Por eso, la existencia de un agujero en esa capa genera alarma global, y su recuperación representa una mejora directa para la salud humana y ambiental.
Este año, los gráficos satelitales de CAMS mostraron que ya en octubre el agujero comenzó a reducirse, y hacia finales de noviembre prácticamente desapareció. El área afectada alcanzó su máxima extensión a mediados de septiembre y luego disminuyó de manera constante hasta cerrar casi por completo, algo que no se había observado en seis temporadas consecutivas.
Expertos en atmósfera indican que esta recuperación temprana se atribuye a condiciones climáticas especiales en la estratósfera, como vientos fuertes y temperaturas adecuadas combinadas con las reducciones reales de emisiones de sustancias que dañan el ozono, gracias a los acuerdos internacionales de protección ambiental.
Sin embargo, hay que tener claro que el cierre del agujero no significa que la capa de ozono esté “salvada” definitivamente. Los científicos advierten que la recuperación completa será gradual: deben mantenerse las regulaciones sobre sustancias que agotan el ozono, mantener monitoreos constantes y actuar con responsabilidad para prevenir problemáticas ambientales.
Este cierre es un recordatorio de que la salud del planeta depende tanto de políticas bien aplicadas como de lo que hacemos día a día: reducir contaminantes, consumir responsablemente y cuidar el medio ambiente. Aunque el desafío sigue, hoy hay razones para creer en un futuro más limpio.