Más allá de quién tiene razón, si México o España, resulta muy cuestionable la postura impuesta por el presidente López Obrador de hacer de la confrontación permanente su sello personal, de concentrarse en minucias y de hacer declaraciones que, en lugar de fortalecer, han desgastado nuestras relaciones internacionales… ¿Para qué heredar a la Administración entrante una tensión innecesaria con países tan cercanos y tan importantes para nosotros, como es el caso de Estados Unidos y España? Porque, parafraseando al presidente, también podría asegurarse que “la mejor política interior es la exterior”.

Sobre todo, si se considera que los muros entre naciones, esos que México ha querido derribar, no sólo están hechos de rejas y ladrillos… También hay muros invisibles, de palabras, descortesías y distanciamientos… Y, a veces, estos resultan más difíciles de derrumbarse. Esperemos que no sea el caso.