
Loretta Ortiz Ahlf tenía 66 años cuando llegó a la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Fue el 12 de diciembre de 2021 cuando su nombramiento fue ratificado por el Senado, a propuesta del entonces presidente Andrés Manuel López Obrador. Su designación no fue sorpresiva: desde años antes su nombre circulaba en los círculos jurídicos y políticos como una de las figuras más sólidas del ámbito académico y defensor de los derechos humanos.
Ortiz nació el 24 de febrero de 1955 en la Ciudad de México. Estudió Derecho en la Escuela Libre de Derecho, y posteriormente se especializó en Derechos Humanos en la Universidad Iberoamericana. Más tarde, viajó a España para doctorarse en Derecho Comunitario Europeo y Derechos Humanos en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), una línea de formación que marcaría su visión jurídica en adelante.
Durante más de tres décadas se ha dedicado a la docencia. Ha impartido clases en la Ibero, en la Panamericana, en la propia Escuela Libre de Derecho, e incluso ha sido docente invitada en foros internacionales, como la Academia de Derecho Internacional de La Haya. Su carrera como académica ha sido uno de los pilares más reconocidos de su trayectoria.
Pero su paso por el servicio público también ha sido amplio. En los años 80 y 90 colaboró como asesora jurídica en la Secretaría de Relaciones Exteriores, en el Banco de México y en el entonces Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. Participó en la estructuración legal del Acuerdo de Cooperación Ambiental del TLCAN, y más adelante integró el consejo de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos.
Entre 2012 y 2015 fue diputada federal. Años después, se sumó al grupo redactor de la Constitución de la Ciudad de México, y poco tiempo después fue nombrada consejera de la Judicatura Federal. Su vínculo con el movimiento de López Obrador no es nuevo: fue fundadora de Morena, aunque en 2018 renunció formalmente a su militancia para mantenerse independiente frente a su aspiración como ministra.
Desde su llegada al máximo tribunal, Ortiz Ahlf se ha mantenido como una voz constante, especialmente en temas vinculados a la equidad de género, el derecho ambiental y los derechos fundamentales. Es considerada una ministra de bajo perfil mediático, pero con alta presencia técnica en el Pleno. Su postura suele ser firme, reflexiva y basada en el análisis constitucional, aunque también ha sido criticada por mantener cercanía ideológica con el oficialismo.
Con su incorporación, Loretta Ortiz se convirtió en la cuarta mujer ministra en toda la historia de la Corte. Y aunque su presencia no ha estado exenta de debate, ha logrado consolidar un perfil discreto, enfocado en el trabajo jurídico y ajeno a las confrontaciones políticas que dominan otros espacios del poder.