
El Senado no ardía así desde hace tiempo. Ricardo Anaya y Gerardo Fernández Noroña protagonizaron un choque frontal en la Comisión Permanente del Congreso que no solo fue verbalmente incendiario, sino también sintomático del momento político que vive el país: crispación institucional, desconfianza ciudadana y un Poder Judicial en crisis.
Lo que inició como una intervención crítica por parte del senador panista, terminó convertida en un intercambio de insultos, descalificaciones y acusaciones personales que revelan las fracturas de fondo que está generando la polémica elección judicial organizada por el gobierno federal.
La crítica que encendió la mecha
Desde su escaño, Anaya lanzó una dura crítica contra el modelo de evaluación para magistrados y jueces implementado tras la reforma judicial impulsada por la 4T. Lo llamó sin rodeos “una feria vulgar de acordeones”, en referencia al método utilizado por los candidatos para estudiar y presentar sus exámenes. Pero lo más grave fue su señalamiento de fondo: “Están destruyendo al Poder Judicial, lo están llenando de leales, no de juristas”.
Anaya aprovechó la tribuna para exhibir que, en su opinión, la ciudadanía repudió el nuevo modelo de elección: apenas una participación del 13% y, lo más revelador, más de 3.5 millones de votos nulos o en blanco, lo que representa uno de cada cuatro sufragios emitidos. “Eso no es legitimidad. Es un grito de desconfianza nacional”, sostuvo.
El lenguaje y la furia
Pero fue más allá. “Hasta en la mierda lo que flota es lo que más apesta”, dijo Anaya, generando una inmediata reacción de Verónica Camino, senadora de Morena, quien reclamó que le había “robado” una gráfica. Noroña, quien presidía la sesión, intervino para pedir respeto al lenguaje parlamentario.
Ahí fue donde estalló todo. Anaya acusó a Noroña de hipocresía: “Tú que llamas ‘pendejo’ a medio mundo en Twitter, ¿vienes a dar clases de lenguaje parlamentario? No tienes calidad moral”. Noroña, visiblemente molesto, respondió que mientras presidiera la sesión, él marcaba los límites del debate: “Yo decido a quién le doy la palabra y cómo. Le exijo respeto”.
Anaya no bajó el tono y lo llamó repetidamente “cobarde”, mientras el salón se sumía en gritos, manotazos y acusaciones cruzadas.
Más allá del show, este episodio exhibe algo mucho más serio: el colapso del consenso democrático sobre el modelo judicial en México. Mientras Morena insiste en que la elección de jueces por voto popular es un avance en participación ciudadana, la oposición lo considera una farsa que pone en riesgo la autonomía de los tribunales y abre la puerta a un Poder Judicial controlado por lealtades políticas.
Las cifras refuerzan esta percepción: baja participación, récord de votos nulos y una crítica transversal que va desde la Iglesia Católica hasta organismos empresariales y embajadas extranjeras. La confrontación entre Anaya y Noroña es apenas el síntoma más visible del desgaste que enfrenta la narrativa de la Cuarta Transformación.
¿Qué sigue?
Claudia Sheinbaum, aún con altos niveles de aprobación, se enfrenta al reto de recuperar legitimidad en el terreno judicial sin repetir los errores de su antecesor. Pero si el nivel del debate parlamentario es el reflejo del momento político, México parece más cerca de la confrontación que de la reconciliación.
La escena que dejó el Senado no fue la de un país que debate ideas, sino la de un país que se grita verdades a la cara… sin escucharse.