Pocos libros tan valientes, tan
desgarradores y, por desgracia, tan necesarios como El invencible verano de Liliana, la obra con la que la escritora
mexicana Cristina Rivera Garza se convirtió en una de las poquísimas mexicanas
en obtener el Premio Pulitzer, uno de los reconocimientos para escritores y
periodistas más importantes del mundo.
La verdadera protagonista de esta historia no es Cristina Rivera Garza, sino su hermana Liliana, que, como miles de mujeres en nuestro país, vivió una relación muy dolorosa, de violencia y maltratos, que terminaron en un feminicidio.
Liliana era una joven de veinte años que estudiaba Arquitectura en la UAM. Una chica simpática y brillante, con muchos amigos. Soñaba con irse a vivir a Inglaterra tan pronto terminara la licenciatura…
Durante años, Liliana había tenido una relación de pareja con Ángel González Ramos, un muchacho de Toluca… reservado, celoso y posesivo, que, como tantos hombres en México (estoy segura de que conocen a alguien así), no podía soportar que ella fuera independiente, con planes propios. No le gustaba que ella saliera con amigos y tenía miedo de verla triunfar.
En sus diarios, Liliana escribió que a veces se sentía “desprotegida” ante la “vehemencia” de su novio. Ella era capaz de amar intensamente, pero estaba buscando una forma de amar más libre, sin someter a nadie y sin que nadie la sometiera tampoco. Ella anhelaba volar y él quería cortarle las alas. Por todos estos motivos, Liliana tomó la decisión de cortar la relación de una vez por todas.
¿Qué hizo él? La noche del 16 de julio de 1990, se escabulló a su departamento, la agredió sexualmente y la asfixió hasta quitarle la vida…
Cristina Rivera Garza ha confesado que, durante años, no podía pronunciar siquiera el nombre de su hermana. No era capaz de entender qué había sucedido. Sólo la invadía el dolor de la ausencia, la culpa de no haberla podido salvar y la vergüenza que sienten los vivos por seguir respirando cuando un ser amado ya no está en este mundo…
Para las autoridades, el caso quedó en el olvido. Ángel González, el asesino, se escapó, y la policía no hizo nada, porque, en México, casi los crímenes permanecen impunes, sobre todo, si se trata de un feminicidio… A las mujeres pueden matarlas y las autoridades se quedan cruzadas de brazos. De hecho, la Procuraduría de Justicia capitalina perdió el expediente y con ello se desvaneció la esperanza de que, alguna vez, el Estado hiciera justicia…
Pasaron casi treinta años, hasta que, un día, Cristina encontró los diarios y los documentos personales de su hermana… Fue entonces cuando decidió utilizar su enorme talento literario y todas las estrategias que como escritora había desarrollado para contar lo que le había sucedido a hermana…
Es en este punto cuando una historia de dolor y olvido se convierte en una historia de amor, memoria y esperanza… Porque en 2019, cuando Cristina comenzó a escribir, el mundo había cambiado. O, mejor dicho, las mujeres habías hecho que el mundo cambiara…
Para empezar, descubrimos que a muchas mujeres se les mata por el solo hecho de ser mujer y, así, pudimos ponerle un nombre a eso que vivió Liliana y que, en su momento, nadie conocía… “Feminicidio”. El movimiento “Me too” nos permitió abrir los ojos y denunciar todas las agresiones sexuales que desde siempre ocurren de manera cotidiana pero que los hombres habían logrado invisibilizar… La marea verde unió a las mujeres de América Latina en la lucha para que tengamos el derecho a decidir sobre nuestro propio cuerpo…
Treinta años después, gracias a la lucha de todas nosotras y al trabajo de Cristina, pudimos escuchar la voz de Liliana y entender su verdadera historia…
Por desgracia, pese a todas estas conquistas, el libro de Cristina Rivera Garza sigue siendo necesario… Tan solo en las últimas semanas, la Ciudad de México se estremeció con el arresto del feminicida serial de Iztacalco, que presuntamente estuvo relacionado con la muerte de 20 mujeres… También está el caso de Camila, la niña de ocho, víctima de feminicidio en Taxco… De hecho, en México son asesinadas alrededor de 10 mujeres al día… Seguimos siendo una sociedad patriarcal, machista, misógina y feminicida…
También es lamentable que, treinta años después, los hombres sigan comportándose de la misma forma. Hay verdades que los incomodan y algunos no quieren aprender.…
En la entrega del Premio Xavier Villaurrutia, el escritor Felipe Garrido intentó enmendarle la plana a Cristina Rivera Garza, diciéndole que, en su libro, debió haberle prestado más atención a la perspectiva de Ángel González, el asesino, como si la voz de un feminicida impune fuera más importante que la de una víctima en busca de justicia.
A mí también me llamó la atención que, en la mañana de ayer, el presidente Andrés Manuel López Obrador no le haya dedicado una sola palabra a Cristina Rivera Garza, cuando su logro es importantísimo para la vida cultural en nuestro país.
El presidente se quejó, eso sí, de que hayan dado el Pulitzer a una investigación del New York Times, un periódico que él considera opositor a su Gobierno. Otra vez, el protagonista y la víctima es él, un hombre. ¿Por qué un logro tan monumental no está recibiendo la atención que merece? ¿Es porque la historia que cuenta es incómoda? ¿O porque la sociedad sigue minimizando las voces y las experiencias de las mujeres? ¿O tal vez porque los hombres como el presidente, al igual que Ángel González, se sienten agredidos cuando las mujeres triunfamos?
Por fortuna, nosotras no los necesitamos. Seguiremos recordando, hablando y luchando. La voz de Liliana se escucharé siempre. Y, como dijo Cristina Rivera Garza… Va a caer… El patriarcado va a caer… Le pese a quien le pese…
Yo soy Adela Micha