En México, el 1 y 2 de noviembre se celebran los días dedicados a los muertos, en los cuales se cree que los difuntos cruzan el Mictlán, el inframundo, para compartir comida y bebida con sus seres queridos. Durante estos días, las familias mexicanas honran a sus fallecidos mediante altares, conocidos como ofrendas, que se preparan con alimentos, objetos y otros elementos que en vida les gustaban a los difuntos. Esta tradición se ha convertido en una de las celebraciones más importantes del país y está llena de simbolismo y misticismo.
El origen de la ofrenda
La ofrenda, uno de los pilares del Día de Muertos, tiene raíces en las antiguas tradiciones prehispánicas. Los pueblos indígenas, como los nahuas, realizaban rituales de ofrenda para sus ancestros y para los cultivos. En su cosmovisión, la muerte y la vida estaban entrelazadas, al igual que la siembra y la cosecha. La ofrenda representaba un tributo para asegurar la continuidad de estos ciclos, tanto en la agricultura como en la vida espiritual.
Antes de la llegada de los españoles, los indígenas celebraban la Fiesta de los Muertecitos y la Fiesta Grande de los Muertos. Con la conquista y la introducción del catolicismo, estas tradiciones se mezclaron con las festividades de Todos los Santos y Fieles Difuntos, dando lugar a la celebración que conocemos hoy. A pesar de los cambios, la esencia de la ofrenda se mantuvo, adaptándose al sincretismo cultural que caracteriza a México.
¿Cuándo se coloca la ofrenda?
La ofrenda de Día de Muertos se coloca tradicionalmente el 1 y 2 de noviembre, coincidiendo con las festividades católicas de Todos los Santos y Fieles Difuntos. Sin embargo, dependiendo de la región o las creencias locales, algunas personas comienzan a colocarla desde finales de octubre. Por ejemplo, el 28 de octubre se cree que regresan las almas de las personas fallecidas en accidentes o de manera violenta, mientras que el 31 de octubre está dedicado a los niños, conocidos como "angelitos".
En algunos hogares, se coloca la ofrenda por la mañana del 1 de noviembre, mientras que en otros, se espera hasta la noche para dar la bienvenida a los espíritus. Se cree que a las 8 de la noche, las almas de los difuntos llegan a las casas para disfrutar de la comida y las bebidas que sus seres queridos han preparado para ellos.
Elementos de la ofrenda y su significado
Cada elemento que conforma la ofrenda tiene un simbolismo particular que honra a los difuntos y guía su camino de regreso al mundo de los vivos. A continuación, se describen algunos de los elementos más importantes:
- Flor de cempasúchil: De color amarillo brillante, se utiliza para atraer a los muertos con su fragancia. Se colocan pétalos de cempasúchil a lo largo del camino para que los difuntos encuentren su ruta hacia el altar.
- Agua: Se pone un vaso de agua para que las almas puedan saciar su sed después de su largo viaje desde el inframundo.
- Incienso o copal: Su aroma ayuda a purificar el ambiente y alejar los malos espíritus.
- Veladoras: La luz de las velas simboliza la guía para que los difuntos lleguen a su destino. En muchos casos, se coloca una vela por cada alma que se espera, o se ubican cuatro velas en representación de los puntos cardinales.
- Pan de muerto: Este pan dulce, tradicional en estas fechas, representa el cuerpo de los difuntos y varía según la región. En algunas zonas, se adorna con figuras que representan huesos.
- Calaveras de azúcar: Estas calaveras simbolizan la muerte y la vida. Pueden estar dedicadas a personas específicas y suelen llevar sus nombres escritos en la frente.
- Fotografías de los difuntos: Se colocan imágenes de los seres queridos a quienes se dedica la ofrenda para recordarlos y honrarlos.
¿Cuándo se debe quitar la ofrenda?
La ofrenda se mantiene hasta el 3 de noviembre, fecha en la que se considera que los difuntos han regresado al más allá. En ese momento, los vivos pueden consumir los alimentos que quedaron en el altar, aunque se cree que estos han perdido su sabor, ya que las almas han absorbido su esencia.
Esta tradición, además de ser una forma de honrar a los difuntos, refuerza los lazos familiares y comunitarios, siendo un recordatorio de que la muerte es solo una parte del ciclo de la vida.