
Durante años operó con bajo perfil, como hombre de confianza de César “N”, alias “El Primito”, uno de los jefes de plaza más violentos del Cártel del Golfo.
Según datos de inteligencia, era el ejecutor que no fallaba, el que no cuestionaba. Santos “N”, identificado por la Secretaría de Seguridad federal como jefe operativo de “Los Metros” —célula que domina el oriente de Tamaulipas—, tenía bajo su mando el cobro de piso, los traslados y las ejecuciones. A sus órdenes: halcones, sicarios, operadores financieros y reclutadores.
Su nombre figuraba en reportes oficiales desde 2022, pero no fue hasta el asesinato de cinco músicos que se convirtió en prioridad nacional.
La tarde del sábado 1 de junio, fuerzas federales lo capturaron durante tres cateos simultáneos en Reynosa. No hubo disparos ni fuga. Cayó en silencio.
Junto a él fueron detenidos Raúl “N” y Jesús Alejandro “N”. En los inmuebles se aseguraron armas largas y cortas, más de 400 cartuchos útiles, tres kilos de cocaína, casi cuatro de metanfetamina, marihuana, 800 mil pesos en efectivo y una docena de vehículos. Pero el objetivo central era Santos “N”, acusado de ser autor intelectual del crimen que enlutó a una ciudad entera.
Fue señalado directamente por ordenar el secuestro y asesinato de los cinco integrantes del Grupo Fugitivo: Francisco Xavier Vázquez Osorio, 20 años; Víctor Manuel Garza Cervantes, 21; José Francisco Morales Martínez, 23; Liván Edyberto Solís de la Rosa, 27; y Nemesio Antonio Durán Rodríguez, de 40.
Santos “N” no tenía antecedentes públicos, pero sí una larga trayectoria en los organigramas criminales. Su carrera, según informes federales, comenzó como halcón. Con el tiempo ascendió por su eficacia. Se le atribuyen desapariciones, secuestros, extorsiones, asesinatos selectivos y tráfico de drogas hacia EE.UU. Coordinaba cargamentos de cocaína y metanfetaminas a través de rutas clandestinas y mantenía vínculos operativos con células del CJNG para facilitar el cruce.
La facción que lideraba, “Los Metros”, es una escisión del Cártel del Golfo surgida tras la caída de Osiel Cárdenas Guillén y su ruptura con Los Zetas. Su bastión es Reynosa y su especialidad: el control del corredor noreste para tráfico de drogas, armas y migrantes.
Su alianza con el CJNG fortaleció su operación. Según la DEA, esta relación permite el uso compartido de puertos como el de Altamira para el ingreso de precursores químicos.
El Cártel del Golfo, ahora fragmentado, opera mediante células como “Los Ciclones”, “Los Escorpiones”, “Las Panteras”, “Los Rojos” y “Los Metros”. Esta última, según Insight Crime, es una de las más violentas.