El narcoestado se acabó el sábado… Aunque la realidad nos pone 150 mil muertos en la cara… Ejecuciones extrajudiciales del Ejército, como lo vimos en Nuevo Laredo… Grupos armados llevándose inocentes como en Chiapas… Carros bomba en Guanajuato… O emboscadas como la que mató a Hipólito Mora… Todo eso se acabó el sábado por decreto, porque el presidente López Obrador lo dice… El dolor, la sangre, las víctimas, todas evadidas e ignoradas desde la narrativa presidencial… Antes no era diferente, pero hace cinco años prometieron que todo cambiaría… Cinco años del indiscutible triunfo electoral del presidente López Obrador y la celebración fue a lo grande… Un Zócalo con 250 mil personas, el gabinete, las “corcholatas” y demás para festejar la llegada al poder de un gobierno que apostó por la transformación, pero que sigue culpando al pasado de sus errores… Cinco años y no ha existido ni un asomo de reconocimiento de responsabilidad por lo que hoy ocurre… Aún sin ese reconocimiento, este será el sexenio más violento de la historia de México.. Dice el Presidente que con el pueblo todo y sin el pueblo nada… Pero poco a poco su gobierno le cerró las puertas a las víctimas, a las mamás de los desaparecidos, a los ambientalistas, a las mujeres… Todas esas causas fueron depositadas en el cajón de los conservadores, los fifís, los “aspiracionistas”… Porque la única causa válida en este país se llama López Obrador…