Pocas veces como ahora parece que pueden terminar 25 años de gobierno bolivariano. La oposición venezolana nunca había estado tan unida como ahora; el oficialismo jamás había tenido menos apoyo y credibilidad; y las presiones internacionales no habían sido así de fuertes. La ceremonia de toma de protesta de Nicolás Maduro, sin el apoyo de mandatarios extranjeros, y con un amplio repudio interno, parece ser el ritual de un régimen agonizante. Pero, aunque las tensiones jamás habían sido tan grandes, en este momento ni la democracia ni la libertad han regresado a Venezuela. Sin haber probado su victoria electoral, todo parece indicar que Maduro gobernará desde Caracas por los próximos seis años. Porque no se le ve salida al conflicto antidemocrático que ha instaurado el chavismo.