Es muy difícil hablar de justicia en un caso como este, porque, si nada es capaz de reparar el homicidio de una sola persona, mucho menos una ejecución de 72 migrantes… Sin embargo, la condena de estos 11 responsables sí contribuye a que, cuando menos, los familiares de las víctimas se acerquen a la verdad de los hechos y vean condenados a quienes cometieron el delito. Pero no podemos, de ningún modo, cantar victoria… No sólo porque la cicatriz de aquella noche no se borrará nunca… También es un hecho que, de 2010 a la fecha, la crisis migratoria, la trata de personas, los homicidios y el control territorial del crimen organizado, lejos de resolverse, se han agravado… En mi opinión, la mejor manera de honrar la memoria de las víctimas de esta masacre es trabajando para que hechos como estos no se repitan… Actualmente, esta es la principal obligación del Estado Mexicano… No podemos revivir a las víctimas, pero sí podemos y debemos asegurar que nunca más haya otra noche de San Fernando