Lo que resulta igual o incluso más preocupante es el hecho de que los ataques verbales del expresidente puedan haberse transformado en ataques físicos contra el INAI, porque serían un síntoma de una escalada en el enojo y la violencia, que nadie sabe hasta dónde puede topar… Esperemos que ahora que la presidenta Claudia Sheinbaum ha cambiado el tono de la discusión pública, sea por medio del diálogo y de las instituciones como se diriman los conflictos. Porque, además, al vandalizar al Instituto de la Transparencia, pareciera que, mediante intimidaciones, se está defendiendo la opacidad, y se está amedrentando a los ciudadanos cuyos derechos han sido amparados por este órgano.