En un desgarrador episodio que resuena con demasiada frecuencia en la sociedad mexicana, el caso de Mariana y su exnovio Miguel Ramsés “N” ha puesto de manifiesto la grave problemática de la violencia de género en nuestro país. El ataque, que ocurrió el 14 de septiembre de 2024, ha despertado una ola de indignación y una demanda de justicia a través de las plataformas digitales, evidenciando no solo la brutalidad del acto, sino también el patrón de comportamiento violento que ha caracterizado la vida de Miguel Ramsés, un joven con un oscuro historial de agresiones.
Mariana, una joven de 19 años, hizo pública su historia en redes sociales tras el ataque a su familia. En medio de la oscuridad de la noche, Miguel Ramsés irrumpió en su hogar, armado con un cuchillo, y se lanzó a atacar a su madre y a su hermano menor. La escena fue devastadora: su madre, de 40 años, recibió múltiples heridas, y su pequeño hermano de solo 12 años trató de defenderla, resultando gravemente herido también en el ataque. Los gritos y la desesperación de Mariana al descubrir el horror de la situación demuestran no solo un acto de brutalidad, sino un intento deliberado de Miguel de despojar de la vida a su exnovia y a su familia.
Miguel Ramsés Arroyo, quien a sus 19 años ya llevaba una larga historia de agresiones y comportamientos violentos, se ha convertido en el rostro de un problema mayor: la violencia de género. Desde sus años en el nivel medio superior, Miguel ya había mostrado tendencias agresivas, comenzando con un ataque en 2020 en el que apuñaló a dos compañeros durante su tiempo en el Tecmilenio Puebla.
El historial público de agresiones de Miguel Ramsés comenzó cuando estudiaba la preparatoria en Tecmilenio Puebla
— La Marla Sabrina (@lamarlasabrina) September 21, 2024
Donde, en 2020, acuchilló a dos jóvenes, a los cuales la institución obligó a callar
E incluso, despidieron a una maestra que les brindó apoyo pic.twitter.com/HfNCT8eLV2
La violencia de Miguel no se detuvo en el ámbito escolar. Durante su tiempo en el Tecnológico de Monterrey, se le acusó de intentar violar a una compañera, un hecho que provocó la movilización de estudiantes en el 8M para exigir justicia.
Su relación con Mariana comenzó en un entorno de aparente normalidad, pero rápidamente se tornó violenta. Desde el inicio de su noviazgo en diciembre de 2022, ella experimentó agresiones físicas y psicológicas que culminaron en una ruptura durante el verano de 2023. A pesar de esto, la violencia continuó, lo que llevó eventualmente al violento ataque contra su familia. La historia de Mariana es una representación trágica de cómo las dinámicas de poder y control en las relaciones pueden propiciar actos extremos de violencia.
Este caso ha atraído la atención de organizaciones feministas y de activistas en México, que han señalado la necesidad urgente de cambios en la respuesta institucional hacia la violencia de género. La denuncia pública de Mariana y la posterior cobertura del caso han resaltado la importancia de creer en las víctimas y proporcionar el apoyo necesario para que puedan buscar justicia sin miedo a represalias o descalificaciones.
Ella es Mariana y el sujeto al lado de ella es Miguel Ramsés Arroyo Arteaga, a quien ella conocía muy bien desde que tenía 6 años, quien fuera su novio y el culpable de acuchillar a la mamá de Mariana, su hermano de 12 años e intentar violarla en el mismo día.
— Gloria Alfa y Omega (@GlodeJo07) September 22, 2024
Este delincuente se… pic.twitter.com/KN3SlgY7zG
Miguel Ramsés, actualmente prófugo, representa no solo un peligro inmediato para Mariana y su familia, sino también un síntoma de un sistema que a menudo falla en proteger a las víctimas de violencia de género. Las redes sociales han sido un espacio para amplificar la voz de Mariana, y el movimiento #YoTeCreo se ha fortalecido en torno a su historia, exigiendo justicia y cambios estructurales para frenar la violencia de género en México.
El caso de Miguel Ramsés y Mariana no es un incidente aislado; es un llamado urgente a la acción. La sociedad debe confrontar la realidad de la violencia de género, no solo atendiendo a las víctimas, sino también trabajando para erradicar las raíces culturales y sociales que permiten que estas tragedias sigan repitiéndose. Justicia para Mariana y su familia es sólo el inicio de un esfuerzo colectivo para hacer de México un lugar más seguro para todas las mujeres.