Desde el 1924, cada 30 de abril se conmemora en México el día del Niño y de la Niña. Este día tiene como objetivo reafirmar los derechos con los que cuentan los menores en el país y las estrategias para impulsar su desarrollo integral como personas. Sin embargo, dadas las circunstancias que enfrenta el país, hoy más que un día de celebración, es una fecha para reflexionar sobre la situación de las infancias en México.
Desde su establecimiento, este día ha sido un recordatorio constante de la importancia de asegurar el bienestar y el desarrollo integral de los niños y niñas mexicanos. En una nación donde aproximadamente el 30% de la población, es decir, cerca de 38.2 millones de personas, son menores de 17 años, es esencial que el Estado cumpla su compromiso de garantizar la seguridad y el cuidado de este sector de la sociedad.
El artículo tercero de la Convención sobre los Derechos del Niño deja en claro las responsabilidades que el Estado tiene en este aspecto. Sin embargo, las estadísticas revelan una realidad desalentadora.
Datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública muestran que en los primeros tres meses del año en curso se registraron más de 9 mil delitos contra menores de 17 años. Aunque hubo una ligera disminución general en comparación con el año anterior, delitos como corrupción, feminicidios, rapto, tráfico y trata aumentaron, lo que genera preocupación en organizaciones dedicadas a la protección de la infancia.
Estas preocupaciones encuentran eco en informes internacionales, como el emitido por el Departamento de Estado de Estados Unidos, que califica la situación de los derechos humanos en México como "grave". Entre 2010 y 2021, se reportaron alrededor de 153 mil casos de matrimonios infantiles en el país, y se estima que anualmente unos 21 mil niños son secuestrados con fines de explotación sexual. Estas estadísticas ponen de manifiesto la urgencia de abordar la violencia y la vulnerabilidad que enfrentan los niños y niñas mexicanos en su entorno.
Estos desafíos no son nuevos. Desde 2019, México ha ocupado el triste primer lugar a nivel mundial en violencia física y homicidio de menores de 14 años. En ese mismo año, Unicef denunció que el país destinaba apenas el 1% de su presupuesto para la infancia a acciones de prevención de la violencia, el abuso y la explotación. Esta falta de inversión y atención adecuada refleja una brecha significativa entre los compromisos declarados y las acciones concretas para proteger a los niños y niñas mexicanos.
Es especialmente preocupante que el presupuesto destinado a la infancia y adolescencia actualmente solo represente el 10.8% del total del Presupuesto de Egresos de la Federación, una disminución significativa con respecto al 15% asignado en 2015.
Ante este sombrío panorama, es imperativo que el gobierno mexicano y la sociedad en su conjunto redoblen sus esfuerzos para garantizar un ambiente seguro y propicio para el desarrollo de la infancia. Esto implica no solo implementar políticas efectivas de prevención y protección, sino también promover una cultura de respeto y valoración de los derechos de los niños y niñas en todos los ámbitos de la sociedad.
En este Día del Niño y de la Niña es fundamental reflexionar sobre el compromiso que tenemos como sociedad para asegurar un futuro digno y prometedor para las generaciones venideras.