La migración ha cambiado de cara… Sí, ahora es más pequeña, al igual que las manos y piernas… Quienes migran dejan detrás de sí una familia, pero también la escuela y hasta las ganas de jugar… Porque la migración actual la encarnan las y los niños… Y se están llevando la peor parte porque están siendo reclutados de forma ilegal para trabajar… Muchos llegan solos, otros fueron separados de sus familias… Pero su destino es común… Ser víctimas de explotación infantil… Víctimas invisibles… En febrero de este año, el diario The New York Times publicó una investigación que puso el acento en este tema… A través de testimonios, reconstruyó cómo algunos chicos que van desde los once o doce años están siendo empleados en industrias muy pesadas como los rastros, la pizca, la construcción o empacando cereales… Jornadas que empiezan antes del amanecer, algunos bajo amenaza de sus jefes de que llamarán a migración… Cifras de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza señalan que en los últimos dos años, suman 250 mil las y los niños que han llegado solos a Estados Unidos… Hablamos de un cuarto de millón de menores que ahora constituyen una fuerza de trabajo inmensa… Tan inmensa como vulnerable… Pues se encuentran entre espada y espada… Por una parte, la imperiosa necesidad de trabajar para enviar dinero a sus familias, muchas de las cuales seguro se gastaron hasta lo que no tenían para pagar el viaje… Y por otra parte, la imposibilidad de denunciar la explotación por la que atraviesan debido a su estatus migratorio…