El presidente López Obrador ha nominado a tres mujeres para reemplazar al ministro Arturo Zaldívar en la Suprema Corte… Las tres son incondicionales a la Cuarta Transformación… Además, dos de ellas son hermanas de funcionarios de primer nivel… Es decir, la terna apesta a nepotismo… Y aunque será el Senado quien tenga la última palabra… En los tres posibles escenarios que se avecinan gana Palacio Nacional y pierde la independencia judicial…
La renuncia de Arturo Zaldívar fue admitida pese al intenso debate sobre la legitimidad del motivo… Porque a diferencia de lo que marca la Constitución, no se argumenta una “causa grave” para su salida… De forma irresponsable, el ministro abandonó el cargo de más alto nivel que puede anhelar cualquier jurista en el país… Y lo hizo para irse a hacer campaña con Claudia Sheinbaum… Como efecto dominó, eso causó que el Presidente tenga que designar a un quinto miembro de la Corte en lo que va de su sexenio… Algo inédito porque en realidad le correspondía nominar a tres en su administración…
De las cuatro designaciones que lleva López Obrador en la Corte, dos han sido un respiro para la independencia judicial, pero una piedra en el zapato para los intereses de Palacio Nacional… A tal grado que él mismo se ha dicho arrepentido por poner en sus ternas a Juan Luis González Alcántara y Margarita Ríos Farjat… Dos ministros que tienen la toga bien puesta… Y saben que su compromiso es con la defensa de la Constitución y no con las ideas de un hombre…
Sin embargo, existen otras dos designaciones que han llenado de vergüenza a la Corte… Loretta Ortiz y Yasmín Esquivel, dos ministras que en lugar de togas visten tapetes… Y cuyos votos no son más que correas de transmisión de los deseos presidenciales… De hecho, Yasmín Esquivel ni siquiera ha podido comprobar que tiene las credenciales para ocupar su puesto en la Corte… Por eso es que la siguiente designación es crucial para sostener el balance de nuestro máximo tribunal… Aunque los tres escenarios del futuro inmediato no son alentadores…
