
El pasado mes de junio anunció que tenía que dejar su casa de Beverly Hills infectada por mocho negro, que estaba causando serios problemas de salud a sus hijos, que eran ingresados continuamente en el hospital con problemas respiratorios cuadros febriles y sensación de cansancio extremo.
Se fue a vivir a un motel de 90 euros la noche con los cinco niños. Y semanas después, se instaló en una caravana en el condado de Ventura, donde Tori compartía fotos junto a los niños en el interior o realizando las tareas cotidianas de lavar la ropa, tender e ir a la compra.
La madre de la actriz, Candy, con una fortuna valorada en 500 millones de euros, heredada del productor Aaron Spelling, que en cambio solo dejó 800.000 euros a su hija, ha asegurado que ayudaría financieramente a su hija si lo necesitaba. “Quiero a mi hija, la apoyaré en todo lo que haga. Siempre estaré aquí para ella”, destacó en TMZ. Algunas fuentes señalan que ha querido ayudarla con una nueva vivienda, pero que Tori no ha querido. Esta situación no deja de sorprender después de que Tori Spelling fuera hija de uno de los productores más ricos y famosos de Hollywood y se haya criado en una mansión de 5.250 metros cuadrados, incluso más grande que la Casa Blanca, con 123 habitaciones situada en Holmby Hills, Los Ángeles.