El gobierno de China ordenó hoy el cierre sanitario de las ciudades de Huanggang y Ezhou debido al brote de coronavirus 2019-nCoV que afecta varias regiones del país asiático, medida que se suma a la similar adoptada para Wuhan la víspera.
A partir de la medianoche de este jueves Huanggang y Ezhou detendrán su transporte público y sus habitantes no podrán salir sin una justificación válida, aunque Ezhou hasta ahora tienen evaluación de riesgo menor, informó la agencia de noticias Xinhua.
En total arriba de 20 millones de personas viven la restricción que por cuestiones de salud tomó el gobierno chino, con normas más estrictas para Wuhan, donde inició el brote que en sus primeros días sólo se transmitía de animales a personas y ahora se determinó que también es de humano a humano.
La medida se suma a la decisión de cancelar algunos de los eventos en la capital Beijing para recibir el año nuevo lunar.
Esta fiesta es una de las más importantes en China y anualmente produce desplazamientos masivos entre la población que acude a visitar a sus familiares en otras zonas de uno de los países más grandes del mundo.
Wuhan es cinco veces más grande que Londres y tiene uno de los sistemas más amplios de transporte público. Se calcula que en temporada alta al menos 700 mil personas se transportan a diversas regiones desde esta ciudad para estas fiestas, informó South China Morning Post.
Hasta el momento se han identificado 647 casos de personas que sufren la enfermedad, 571 de ellas en China de los cuales 17 han muerto.
El resto de casos se reparten en países asiáticos, con sólo uno en el continente americano, cerca de la noreste ciudad estadunidense de Seattle, al noroeste de Estados Unidos.
La posibilidad de contar con una vacuna contra el nuevo coronavirus de origen chino es lejana. La doctora Lucía Bricks, experta en el tema, señaló que el proceso de desarrollo de una vacuna tarda en promedio 10 años.
Pero ese tiempo es tan solo una aproximación. Pasaron siete décadas antes de que la vacuna del dengue estuviera disponible y aunque desde hace varios años diversos laboratorios cuentan con inversión para el desarrollo de las vacunas contra VIH y hepatitis C, éstas no se han concretado porque hay “agentes muy difíciles de trabajar”, comentó.
Agregó que para identificar los antígenos que se deben incluir en la vacuna es necesario conocer con precisión el origen del nuevo virus, su inmunogenicidad, su actuación, sus formas de transmisión, entre otras.
Y una vez diseñada la posible solución, vienen las fases de experimentación con animales y posteriormente el testeo con humanos, para lo cual debe conocerse el grupo poblacional al que más afecta la enfermedad, abundó.
Finalmente vienen las fases de identificación de la fórmula más apropiada, la cual debe ser sometida a un nuevo testeo más amplio y duradero, y se concluye con la fase de eficacia.
“Cuando una enfermedad detona un problema de salud pública siempre va a haber interés en el desarrollo de vacunas”, pero “el programa de desarrollo es bastante largo y depende de los conocimientos que lleguen sobre este nuevo agente”, apuntó la médica pediatra graduada por la Facultad de Medicina de la Universidad de São Paulo, en Brasil.